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¿existe la trinidad?

¿Debería creer en ella?

Muchos suelen decir que creen en la Trinidad, pero no todos la entienden de la misma manera.

¿Qué es, exactamente, la Trinidad?

¿La enseña la Biblia?

¿Es igual Jesucristo al Dios Todopoderoso, y parte de la Trinidad?

¿CREE usted en la Trinidad? En la cristiandad, la mayoría de la gente cree en ella. Después de todo, por siglos ha sido la doctrina central de las iglesias.

Por eso, sería de esperarse que no pudiera ponerse en tela de juicio tal enseñanza. Pero en tela de juicio está, y últimamente hasta algunos de sus apoyadores han añadido leña al fuego de la controversia.

¿Por qué deberíamos considerar con más que interés pasajero un asunto como este? Porque Jesús mismo dijo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo”. Esas palabras muestran que todo nuestro futuro gira en torno de que sepamos cuál es la verdadera naturaleza de Dios, y eso significa llegar a las raíces de la controversia sobre la Trinidad. Por lo tanto, ¿por qué no la examina? (Juan 17:3, Biblia de Jerusalén [BJ], católica.)

Hay varios conceptos de la Trinidad. Sin embargo, por lo general la enseñanza trinitaria asegura que en la Deidad hay tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; sin embargo, juntos son un solo Dios. La doctrina dice que los tres son coiguales, todopoderosos e increados, porque los tres han existido eternamente en la Deidad.

Sin embargo, hay quienes afirman que la doctrina de la Trinidad es falsa, que el Dios Todopoderoso es singular, un solo ser separado, eterno y omnipotente. En cuanto a Jesús, dicen que antes de ser hombre Jesús era, como los ángeles, una persona celestial separada a quien Dios había creado, y que por eso tiene que haber tenido principio. Enseñan que en ningún sentido ha sido Jesús alguna vez igual al Dios Todopoderoso, que Jesús siempre ha estado sujeto a Dios y todavía lo está. También creen que el espíritu santo no es una persona, sino la fuerza activa de Dios.

Los apoyadores de la Trinidad dicen que esa enseñanza no se funda solo en la tradición religiosa, sino también en la Biblia. Los críticos de esa doctrina dicen que la Trinidad no es enseñanza bíblica, y una fuente histórica hasta declara: “El origen de [la Trinidad] es enteramente pagano” (The Paganism in Our Christianity [Lo pagano en nuestro cristianismo]).

Si la Trinidad es verdad, se degrada a Jesús cuando se dice que nunca fue igual a Dios como parte de la Deidad. Pero si la Trinidad es falsa, se degrada al Dios Todopoderoso cuando se dice que tiene un igual, y peor aún, cuando se llama a María la “Madre de Dios”. Si la Trinidad es falsa, se deshonra a Dios cuando se dice, como está escrito en el libro Catholicism: “A menos que [las personas] mantengan íntegra e incontaminada esta Fe, sin duda perecerán para siempre. Y la Fe católica es esta: adoramos a un solo Dios en Trinidad”.

Como se ve, hay buenas razones para que usted desee saber la verdad sobre la Trinidad. Pero antes de examinar el origen de esa doctrina y la alegación que se hace de que es la verdad, sería conveniente definirla de modo más específico. ¿Qué es, exactamente, la Trinidad? ¿Cómo la explican sus apoyadores?

A menos que se indique lo contrario, las citas de la Biblia se toman de la versión en lenguaje moderano Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (Con Referencias), edición de 1987.

¿Cómo se explica la Trinidad?

LA IGLESIA Católica Romana dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana  [...] Así, en las palabras del Credo de Atanasio: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios’. En esta Trinidad [...] las Personas son coeternas y coiguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes” (The Catholic Encyclopedia).

Casi todas las demás iglesias de la cristiandad concuerdan con esa definición. Por ejemplo, la Iglesia Ortodoxa Griega también dice que la Trinidad es “la doctrina fundamental del cristianismo”, y hasta asegura: “Son cristianos los que aceptan como Dios a Cristo”. En el libro Our Orthodox Christian Faith (Nuestra fe ortodoxa cristiana), la misma iglesia declara: “Dios es trino y uno. [...] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios”.

Así, se dice que la Trinidad es “un solo Dios en tres Personas”. De cada una se asegura que no tiene principio y que ha existido desde la eternidad. De cada una se afirma que es todopoderosa, y que ninguna es mayor ni menor que las demás.

¿Se le hace difícil razonar así? Para muchos creyentes sinceros esto ha resultado confuso, contrario al razonamiento normal, diferente de todo cuanto han conocido. Preguntan: ¿Cómo puede ser que el Padre sea Dios, que Jesús sea Dios y que el espíritu santo sea Dios y sin embargo que no haya tres Dioses, sino un solo Dios?

“Más allá de lo que puede concebir la razón humana”

ESTA confusión es extensa. The Encyclopedia Americana dice que se considera que la doctrina de la Trinidad está “más allá de lo que puede concebir la razón humana”.

Muchos de los que aceptan la Trinidad la ven así. El monseñor Eugene Clark dice: “Dios es uno solo, y Dios es tres. Puesto que en la creación no hay nada comparable a esto, no podemos entenderlo, sino solo aceptarlo”. El cardenal John O’Connor declara: “Sabemos que es un misterio muy profundo, uno que jamás podríamos entender”. Y el papa Juan Pablo II habla del “misterio inescrutable de Dios la Trinidad”.

Por eso, A Dictionary of Religious Knowledge (Diccionario de conocimiento religioso) dice: “Los trinitarios no concuerdan entre sí sobre precisamente en qué consiste la doctrina, o, más bien, en precisamente cómo explicarla”.

Eso nos ayuda a comprender por qué la New Catholic Encyclopedia (Nueva enciclopedia católica) dice: “En los seminarios católicos romanos son pocos los maestros de teología trinitaria a quienes no se haya importunado alguna vez con la pregunta: ‘Pero ¿cómo enseña uno la Trinidad?’. Y si esa pregunta evidencia confusión entre los estudiantes, puede que no evidencie menos confusión entre los profesores”.

Se puede confirmar cuán verídica es esa observación con solo ir a una biblioteca y examinar los libros que apoyan la Trinidad. Se han escrito muchísimas páginas en un esfuerzo por explicarla. Con todo, después de luchar con un laberinto de términos y de explicaciones teológicas que confunden, los investigadores todavía están insatisfechos.

A este respecto, el jesuita Joseph Bracken dice en su libro What Are They Saying About the Trinity? (¿Qué están diciendo de la Trinidad?): “Los sacerdotes que con mucho esfuerzo aprendieron [...] la Trinidad durante sus años en el seminario mostraban natural vacilación en cuanto a presentarla a la gente desde el púlpito, aun durante el domingo de la Santísima Trinidad. [...] ¿Por qué aburrir a la gente con algo que al fin y al cabo no podría entender bien?”. Dice también: “La Trinidad es un asunto de creencia formal, pero tiene poco [efecto], o ninguno, en la vida y la adoración cotidianas de los cristianos”. Sin embargo, ¡es la “doctrina central” de las iglesias!

El teólogo católico Hans Küng dice en su libro Christianity and the World Religions (El cristianismo y las religiones mundiales) que la Trinidad está entre las razones del poco adelanto de las iglesias entre los pueblos no cristianos. Declara: “Tal como ha sucedido hasta ahora entre los judíos, ni siquiera musulmanes bien informados pueden captar la idea de la Trinidad. [...] Las distinciones que hace la doctrina trinitaria entre un solo Dios y tres hipóstasis no satisface a los musulmanes, pues los términos teológicos derivados del siriaco, el griego y el latín confunden a los musulmanes, en vez de iluminarlos. Para ellos todo es un juego de palabras. [...] ¿Por qué quisiera nadie añadir algo a la noción de la unicidad y singularidad de Dios, cuando lo único que se lograría con eso sería diluir y anular tal unicidad y singularidad?”.

“No es Dios de confusión”

¿QUÉ origen pudiera tener una doctrina tan confusa? The Catholic Encyclopedia afirma: “Un dogma tan misterioso presupone una revelación divina”. Los eruditos católicos Karl Rahner y Herbert Vorgrimler dicen en su Theological Dictionary: “En el sentido estricto [...] la Trinidad es un misterio [...] que no podría saberse sin que hubiera revelación, y hasta después de la revelación no puede quedar completamente inteligible”.

Sin embargo, el afirmar que por ser un misterio tan confuso la Trinidad tiene que haber venido de revelación divina crea otro gran problema. ¿Por qué? Porque la revelación divina misma no permite tal punto de vista acerca de Dios: “Dios no es Dios de confusión”. (1 Corintios 14:33, Versión Moderna.)

Por lo que en ese texto bíblico se dice, ¿podría responsabilizarse a Dios por una doctrina sobre sí mismo que es tan confusa que ni hebraístas, helenistas ni latinistas pueden explicarla?

Además, ¿tendrían que ser teólogos los que quisieran ‘conocer al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo’? (Juan 17:3, BJ.) Si así fuera, ¿por qué fueron tan pocos los líderes religiosos judíos educados que reconocieron a Jesús como el Mesías? Contrario a eso, sus discípulos fieles fueron campesinos humildes, pescadores, recaudadores de impuestos y amas de casa. Estas personas comunes estaban tan seguras de lo que Jesús enseñaba acerca de Dios que podían enseñarlo a otros y hasta estaban dispuestas a morir por su creencia. (Mateo 15:1-9; 21:23-32, 43; 23:13-36; Juan 7:45-49; Hechos 4:13.)

¿Se ve que la Biblia la enseñe claramente?

SI LA doctrina de la Trinidad fuera cierta, la Biblia debería presentarla con toda claridad, y consecuentemente. ¿Por qué? Porque, como afirmaron los apóstoles, por la Biblia Dios se ha revelado a la humanidad. Y como para adorar a Dios aceptablemente tenemos que conocerlo, la Biblia debería decirnos con claridad y precisión quién es él.

Para los creyentes del primer siglo las Escrituras eran la revelación auténtica de Dios. Eran la base de sus creencias, la autoridad que lo resolvía todo. Por ejemplo, cuando el apóstol Pablo predicó a la gente de la ciudad de Berea, aquellas personas “recibieron la palabra con suma prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así”. (Hechos 17:10, 11.)

¿A qué autoridad acudían, a su vez, los prominentes hombres de Dios de aquel tiempo? Hechos 17:2, 3 nos dice: “Según tenía por costumbre Pablo, [...] razonó con ellos a partir de las Escrituras, explicando y probando por referencias [tomadas de las Escrituras]”.

Jesús mismo dio el ejemplo al usar las Escrituras como base para su enseñanza, pues vez tras vez decía: “Está escrito”. “Les interpretó cosas referentes a él en todas las Escrituras.” (Mateo 4:4, 7; Lucas 24:27.)

Así que Jesús, Pablo y los creyentes del primer siglo utilizaron las Escrituras como base para su enseñanza. Sabían que “toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16, 17; véanse también 1 Corintios 4:6; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Pedro 1:20, 21.)

Puesto que la Biblia puede “rectificar las cosas”, debería revelar con claridad información sobre un asunto tan fundamental como el que se supone que sea la Trinidad. Pero ¿ven teólogos e historiadores mismos que la Biblia enseñe claramente la Trinidad?

¿Está en la Biblia la palabra “Trinidad”?

UNA publicación protestante dice: “La palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia [...] Fue solo en el siglo IV cuando halló formalmente lugar en la teología eclesiástica” (The Illustrated Bible Dictionary). Y una autoridad católica dice que la Trinidad “no es [...] ni directa ni inmediatamente [la] palabra de Dios” (New Catholic Encyclopedia).

The Catholic Encyclopedia comenta: “No hay hasta ahora en las Escrituras ningún término que por sí solo denote juntas a las Tres Divinas Personas. La palabra ????? [trí·as] (traducida al latín trinitas) se encuentra primero en Teófilo de Antioquía alrededor de 180 d. de J.C. [...] Poco después aparece en su forma latina, trinitas, en Tertuliano”.

Sin embargo, esto en sí mismo no prueba que Tertuliano enseñara la Trinidad. Por ejemplo, la obra católica Trinitas—A Theological Encyclopedia of the Holy Trinity (Trinitas.—Una enciclopedia teológica de la Santísima Trinidad) señala que ciertas palabras de Tertuliano fueron usadas después por otros para describir la Trinidad. Entonces advierte: “Pero nadie puede sacar conclusiones precipitadas basándose en el uso, pues él no aplica esas palabras a la teología trinitaria”.

El testimonio de las Escrituras Hebreas

AUNQUE en la Biblia no se encuentra la palabra “Trinidad”, ¿se enseña por lo menos con claridad la idea de la Trinidad en ella? Por ejemplo, ¿qué revelan al respecto las Escrituras Hebreas (el “Antiguo Testamento”)?

The Encyclopedia of Religion reconoce lo siguiente: “Hoy los teólogos concuerdan en que la Biblia hebrea no contiene ninguna doctrina de la Trinidad”. Y la New Catholic Encyclopedia dice también: “La doctrina de la Santísima Trinidad no se enseña en el A[ntiguo] T[estamento]”.

De manera similar, en su libro The Triune God (El Dios trino y uno), el jesuita Edmund Fortman admite esto: “El Antiguo Testamento [...] no nos dice nada, ni explícitamente ni por deducción obligatoria, acerca de un Dios Trino y Uno que sea Padre, Hijo y Espíritu Santo. [...] No hay ninguna prueba de que escritor sagrado alguno siquiera se imaginara que en la Deidad existiera una [Trinidad]. [...] Hasta el ver en [el “Antiguo Testamento”] sugerencias o prefiguraciones o ‘señales veladas’ de la trinidad de personas es ir más allá de las palabras y la intención de los escritores sagrados” (cursiva nuestra).

Un examen de las Escrituras Hebreas mismas corrobora esos comentarios. Como se ve, en los primeros 39 libros de la Biblia que componen el verdadero canon de las Escrituras Hebreas inspiradas no se enseña claramente una Trinidad.

El testimonio de las Escrituras Griegas

PUES bien, ¿hablan claramente de una Trinidad las Escrituras Griegas Cristianas (el “Nuevo Testamento”)?

The Encyclopedia of Religion dice: “Los teólogos concuerdan en que tampoco el Nuevo Testamento contiene una doctrina trinitaria explícita”.

El jesuita Fortman declara: “Los escritores del Nuevo Testamento [...] no nos dan ninguna doctrina formal o formulada de la Trinidad, ninguna enseñanza explícita de que en un solo Dios haya tres divinas personas coiguales. [...] En ningún lugar hallamos una doctrina trinitaria de tres entidades distintas que tengan vida y actividad divinas en la misma Deidad”.

The New Encyclopædia Britannica señala: “Ni la palabra Trinidad ni la doctrina explícita aparecen en el Nuevo Testamento”.

Bernhard Lohse dice en A Short History of Christian Doctrine (Breve historia de la doctrina cristiana): “Por lo que se refiere al Nuevo Testamento, en él no se halla ninguna doctrina trinitaria”.

También The New International Dictionary of New Testament Theology (El nuevo diccionario internacional de teología del Nuevo Testamento) declara: “El N[uevo] T[estamento] no contiene la doctrina de la Trinidad ya desarrollada. ‘En la Biblia no está la declaración expresa de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean iguales en esencia’ [dijo el teólogo protestante Karl Barth]”.

El profesor E. Washburn Hopkins, de la Universidad Yale, afirmó: “Parece que ni Jesús ni Pablo conocían la doctrina de la Trinidad; [...] no dicen nada en cuanto a ella” (Origin and Evolution of Religion).

El historiador Arthur Weigall señala: “Jesucristo nunca mencionó semejante fenómeno, y en ninguna parte del Nuevo Testamento aparece la palabra ‘Trinidad’. Solo trescientos años después de la muerte de nuestro Señor adoptó la Iglesia esa idea” (The Paganism in Our Christianity).

Como se ve, ni en los 39 libros de las Escrituras Hebreas ni en los 27 libros inspirados que componen el canon de las Escrituras Griegas Cristianas se ve que se enseñe claramente la Trinidad.

¿La enseñaron los cristianos primitivos?

¿ENSEÑARON la Trinidad los cristianos primitivos? Note los siguientes comentarios de historiadores y teólogos:

“El cristianismo primitivo no tenía una doctrina trinitaria explícita como la que se elaboró después en los credos” (The New International Dictionary of New Testament Theology).

“Sin embargo, al principio los cristianos primitivos no pensaron en aplicar aquella idea [de la Trinidad] a su propia fe. Tributaban sus devociones a Dios el Padre y a Jesucristo, el Hijo de Dios, y reconocían el [...] Espíritu Santo; pero no había ninguna idea de que estos tres fueran una verdadera Trinidad, coiguales y unidos en Uno” (The Paganism in Our Christianity).

“Al principio la fe cristiana no era trinitaria [...] Tampoco lo fue en las épocas apostólica y subapostólica, como se refleja en el N[uevo] T[estamento] y en otros escritos cristianos primitivos” (Encyclopædia of Religion and Ethics).

“La fórmula ‘un solo Dios en tres Personas’ no quedó firmemente establecida, y ciertamente no se asimiló por completo en la vida cristiana ni en su confesión de fe, antes del fin del siglo IV. [...] Entre los Padres Apostólicos no había existido nada que siquiera remotamente se acercara a tal mentalidad o perspectiva” (New Catholic Encyclopedia).

Lo que enseñaron los padres de antes del Concilio de Nicea

SE HA reconocido que en los primeros siglos tras el nacimiento de Cristo los padres de antes del Concilio de Nicea llevaron la delantera como maestros religiosos. Lo que ellos enseñaron es interesante.

Justino Mártir, quien murió alrededor del año 165 E.C., dijo que Jesús, antes de existir como humano, había sido un ángel creado que “no es el Dios que hizo todas las cosas”. Dijo que Jesús era inferior a Dios y “nunca hacía nada excepto lo que el Creador [...] deseaba que hiciera y dijera”.

Ireneo, quien murió alrededor de 200 E.C., dijo que antes de vivir como humano Jesús había tenido una existencia separada de la de Dios y era inferior a él. Mostró que Jesús no es igual al “Único y verdadero Dios”, quien es “supremo sobre todos, y no hay otro fuera de él”.

Clemente de Alejandría, quien murió alrededor de 215 E.C., dijo que Jesús antes de ser humano fue “una creación”, pero llamó a Dios el “único verdadero Dios increado e imperecedero”. Indicó que el Hijo “está después del único Padre omnipotente”, pero no es igual a él.

Tertuliano, quien murió alrededor de 230 E.C., enseñó la supremacía de Dios. Hizo la siguiente observación: “El Padre se diferencia del Hijo (otro), pues es mayor; porque el que engendra difiere del que es engendrado; el que envía difiere del que es enviado”. También dijo: “Hubo un tiempo en que el Hijo no existía. [...] Antes de todas las cosas, Dios estaba solo”.

Hipólito, quien murió alrededor de 235 E.C., dijo que Dios es “el un solo Dios, el primero y Único, el Hacedor y Señor de todo”, quien “no tenía cosa alguna coetánea [de la misma edad] con él [...] Sino que era Uno, solo por sí mismo, quien, por su voluntad, llamó a la existencia lo que no existía antes”, como a Jesús, quien fue creado mucho antes de que viviera como humano.

Orígenes, quien murió alrededor de 250 E.C., dijo que “el Padre y el Hijo son dos sustancias [...] dos cosas en cuanto a su esencia”, y que “en comparación con el Padre, [el Hijo] es una luz muy pequeña”.

Resumiendo la evidencia histórica, Alvan Lamson dice en The Church of the First Three Centuries (La iglesia de los primeros tres siglos): “La doctrina popular moderna de la Trinidad [...] no deriva apoyo alguno del lenguaje de Justino [Mártir]: y esta observación puede extenderse a todos los Padres de antes del Concilio de Nicea; es decir, a todos los escritores cristianos por tres siglos después del nacimiento de Cristo. Es verdad que hablan acerca del Padre, el Hijo y [...] el Espíritu santo, pero no como si fueran coiguales, no como si fueran una sola esencia numérica, ni como Tres en Uno, ni en ninguno de los sentidos admitidos ahora por los trinitarios. Precisamente lo contrario es la realidad”.

De manera que el testimonio de la Biblia y de la historia muestra claramente que la Trinidad fue desconocida por todos los tiempos bíblicos y por varios siglos después.

Cómo se desarrolló la doctrina de la Trinidad?

AL LLEGAR a este punto, puede que usted pregunte: ‘Si la Trinidad no es enseñanza bíblica, ¿cómo llegó a ser doctrina de la cristiandad?’. Muchos creen que fue formulada en el Concilio de Nicea en 325 E.C.

Pero eso no es totalmente correcto. El Concilio de Nicea sí aseguró que Cristo era de la misma sustancia que Dios, lo que colocó la base para la teología trinitaria posterior. Pero no estableció la Trinidad, pues en aquel concilio no se dijo que el espíritu santo fuera la tercera persona de una Deidad trina y una.

El papel de Constantino en Nicea

POR muchos años había habido mucha oposición, sobre base bíblica, al desarrollo de la idea de que Jesús fuera Dios. En un esfuerzo por resolver la disputa, el emperador romano, Constantino, convocó a todos los obispos a Nicea. En realidad asistieron alrededor de 300, una fracción del total.

Constantino no era cristiano. Supuestamente se convirtió más tarde en la vida, pero no se bautizó sino hasta que se hallaba en su lecho de muerte. Henry Chadwick dice sobre él en The Early Church (La iglesia primitiva): “Constantino, como su padre, adoraba al Sol Invicto; [...] su conversión no debería interpretarse como una experiencia interna de la gracia [...] Fue asunto militar. Él nunca comprendió muy claramente la doctrina cristiana, pero estaba seguro de que la victoria en el combate venía como dádiva del Dios de los cristianos”.

¿Qué papel desempeñó en el Concilio de Nicea aquel emperador no bautizado? La Encyclopædia Britannica relata: “Constantino mismo presidió y dirigió activamente las discusiones y personalmente propuso [...] la fórmula decisiva que expresaba la relación de Cristo con Dios en el credo que el concilio emitió, que es ‘consustancial con el Padre’ [...] Impresionados por el emperador, los obispos —con solo dos excepciones— firmaron el credo, aunque muchos de ellos no estaban muy inclinados a hacerlo”.

Por lo tanto, el papel de Constantino fue crítico. Después de dos meses de enconado debate religioso, aquel político pagano intervino y decidió a favor de los que decían que Jesús era Dios. Pero ¿por qué? Ciertamente no fue por convicción bíblica. “Básicamente, Constantino no entendía nada de las preguntas que se hacían en teología griega”, dice A Short History of Christian Doctrine. Lo que sí entendía era que aquella división religiosa era una amenaza para su imperio, y él quería fortalecer su dominio.

Sin embargo, ninguno de los obispos reunidos en Nicea promovió una Trinidad. Decidieron solamente sobre la naturaleza de Jesús, pero no el papel del espíritu santo. Si la Trinidad hubiera sido claramente una verdad bíblica, ¿no deberían haberla propuesto entonces?

Sigue el desarrollo

DESPUÉS de Nicea los debates sobre este asunto siguieron por décadas. Por un tiempo hasta se volvió a favorecer a los que creían que Jesús no era igual a Dios. Pero después el emperador Teodosio decidió contra ellos. Estableció el credo del Concilio de Nicea como la norma para su dominio y convocó el Concilio de Constantinopla en 381 E.C. para aclarar la fórmula.

Aquel concilio concordó en colocar al espíritu santo en el mismo nivel de Dios y de Cristo. Por primera vez empezó a perfilarse la enseñanza trinitaria de la cristiandad.

Sin embargo, ni siquiera después del Concilio de Constantinopla llegó la Trinidad a ser un credo extensamente aceptado. Muchos se oponían a él, y se atraían por ello violenta persecución. Solo en siglos posteriores fue formulada la Trinidad en credos fijos. The Encyclopedia Americana dice: “El desarrollo pleno del trinitarismo tuvo lugar en Occidente, en el escolasticismo de la Edad Media, cuando se quiso dar una explicación en términos filosóficos y sicológicos”.

El Credo de Atanasio

LA TRINIDAD fue definida en términos más completos en el Credo de Atanasio. Atanasio era un clérigo que había apoyado a Constantino en Nicea. El credo que lleva su nombre declara: “Adoramos a un solo Dios en Trinidad [...] El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios; y sin embargo no hay tres dioses, sino un solo Dios”.

No obstante, ciertos eruditos bien informados concuerdan en que Atanasio no compuso ese credo. The New Encyclopædia Britannica comenta: “La Iglesia Oriental no conoció el credo sino hasta el siglo XII. Desde el siglo XVII los eruditos en general han concordado en que el Credo de Atanasio no fue escrito por Atanasio (quien murió en 373), sino que probablemente fue compuesto en el sur de Francia durante el siglo V. [...] La influencia de ese credo parece haberse visto principalmente en el sur de Francia y en España en los siglos VI y VII. Se usó en la liturgia de la iglesia en Alemania en el siglo IX y algún tiempo después en Roma”.

Por eso, pasaron siglos desde el tiempo de Cristo antes de que la Trinidad fuera aceptada extensamente en la cristiandad. Y en todo esto, ¿qué guió las decisiones? ¿Fue la Palabra de Dios, o razones clericales y políticas? En su libro Origin and Evolution of Religion, E. W. Hopkins contesta: “La definición ortodoxa final de la Trinidad fue principalmente un asunto de política eclesiástica”.

Se predijo la apostasía

ESTA lamentable historia de la Trinidad corresponde con lo que Jesús y sus apóstoles predijeron que sucedería después del tiempo de ellos. Dijeron que habría una apostasía, una desviación, un apartarse de la adoración verdadera hasta el regreso de Cristo, cuando se restauraría la adoración verdadera antes del día de destrucción que Dios ha fijado para este sistema de cosas.

Respecto a ese “día”, el apóstol Pablo dijo: “No vendrá a menos que primero venga la apostasía y el hombre del desafuero quede revelado”. (2 Tesalonicenses 2:3, 7.) Más tarde, predijo: “Después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño; y también [...] de entre vosotros mismos se levantarán hombres y hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí”. (Hechos 20:29, 30, BJ.) Otros discípulos de Jesús también escribieron acerca de esta apostasía con su clase clerical ‘desaforada’. (Por ejemplo, véanse 2 Pedro 2:1; 1 Juan 4:1-3; Judas 3, 4.)

Pablo también escribió: “Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oir novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas”. (2 Timoteo 4:3, 4, BJ.)

Jesús mismo explicó lo que había detrás de aquel desviarse en apostasía de la adoración verdadera. Dijo que él había sembrado buenas semillas, pero que el enemigo, Satanás, sobresembraría mala hierba en el campo. Así, junto con los primeros brotes del trigo apareció también la mala hierba. Sí, habría de esperarse una desviación del cristianismo puro hasta la siega, cuando Cristo rectificaría la situación. (Mateo 13:24-43.) The Encyclopedia Americana da este comentario: “El trinitarismo del siglo IV no reflejó con exactitud la enseñanza del cristianismo primitivo respecto a la naturaleza de Dios; al contrario, fue un desviarse de aquella enseñanza”. Entonces, ¿qué origen tuvo esta desviación? (1 Timoteo 1:6.)

Lo que influyó

POR todo el mundo de la antigüedad, hasta allá en los tiempos remotos de Babilonia, era común la adoración de dioses paganos agrupados en tres, o tríadas. Aquella influencia también dominó en Egipto, Grecia y Roma en los siglos antes, durante y después de Cristo. Y tras la muerte de los apóstoles aquellas creencias paganas empezaron a invadir el cristianismo.

El historiador Will Durant dijo: “El cristianismo no destruyó el paganismo; lo adoptó. [...] De Egipto vinieron las ideas de una trinidad divina”. Y en el libro Egyptian Religion, Siegfried Morenz señala: “Los teólogos egipcios estaban muy interesados en la trinidad [...] Se combina y trata a tres dioses como si fueran un solo ser, a quien se habla en singular. De ese modo la fuerza espiritual de la religión egipcia muestra un enlace directo con la teología cristiana”.

Así, en Alejandría, Egipto, clérigos de fines del siglo III y de principios del IV, como Atanasio, reflejaron aquella influencia cuando formularon ideas que prepararon el camino para la Trinidad. Su propia influencia se esparció, y por eso Morenz ve “la teología alejandrina como intermediaria entre el legado religioso egipcio y el cristianismo”.

En el prólogo de la obra de Edward Gibbon History of Christianity leemos: “Si el cristianismo conquistó el paganismo, también es cierto que el paganismo corrompió el cristianismo. La Iglesia de Roma cambió el deísmo puro de los primeros cristianos [...] en el dogma incomprensible de la trinidad. Conservó como dignos de creerse muchos de los dogmas paganos, inventados por los egipcios e idealizados por Platón”.

A Dictionary of Religious Knowledge señala que muchos dicen que la Trinidad “es una corrupción tomada de las religiones paganas e injertada en la fe cristiana”. Y The Paganism in Our Christianity declara: “El origen de la [Trinidad] es enteramente pagano”.

Así, en la Encyclopædia of Religion and Ethics James Hastings escribió: “En la religión de la India, por ejemplo, nos encontramos con el grupo trinitario de Brahma, Siva y Visnú; y en la religión egipcia con el grupo trinitario de Osiris, Isis y Horus [...] Tampoco es únicamente en las religiones históricas donde se considera a Dios una Trinidad. Uno recuerda en particular el punto de vista neoplatónico de la Realidad Suprema o Final”, que “se representa como una tríada”. ¿Qué tiene que ver el filósofo griego Platón con la Trinidad?

El platonismo

SE CREE que Platón vivió desde 428 hasta 347 antes de Cristo. Aunque no enseñó la Trinidad en su forma actual, sus filosofías prepararon el camino para tal enseñanza. Después surgieron movimientos filosóficos que incluyeron creencias en tríadas, sobre las cuales ejercieron influencia las ideas de Platón acerca de Dios y la naturaleza.

El diccionario francés Nouveau Dictionnaire Universel dice de la influencia de Platón: “La trinidad de Platón, en sí meramente un rearreglo de trinidades más antiguas que se remontan hasta pueblos más primitivos, parece ser la trinidad racional de atributos de índole filosófica que dio origen a las tres hipóstasis o personas divinas respecto a las cuales enseñan las iglesias cristianas. [...] El concepto de la divina trinidad que tuvo este filósofo griego [...] puede encontrarse en toda religión antigua [del paganismo]”.

The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge (Nueva enciclopedia de conocimiento religioso Schaff-Herzog) muestra la influencia de aquella filosofía griega: “Las doctrinas del Logos y de la Trinidad recibieron su forma de Padres griegos, quienes [...] estuvieron bajo intensa influencia —fuera directa o indirectamente— de la filosofía platónica [...] No se puede negar que de esta fuente entraron errores y corrupciones en la Iglesia”.

The Church of the First Three Centuries dice: “La doctrina de la Trinidad fue formándose gradualmente en tiempos comparativamente tardíos; [...] se originó de una fuente enteramente diferente de las Escrituras judías y cristianas: [...] las manos de los Padres que impusieron la influencia de Platón la desarrollaron y la injertaron en el cristianismo”.

Para fines del siglo III el “cristianismo” y las nuevas filosofías platónicas se unieron de manera inseparable. Como declara Adolf Harnack en Outlines of the History of Dogma (Esquemas de la historia de los dogmas), la doctrina eclesiástica llegó a estar “firmemente arraigada en el terreno del helenismo [el pensamiento griego pagano]. Por consiguiente, llegó a ser un misterio para la gran mayoría de los cristianos”.

La iglesia alegó que sus nuevas doctrinas estaban basadas en la Biblia. Pero Harnack dice: “En realidad legitimó dentro de sí la especulación helénica, los puntos de vista supersticiosos y las costumbres de la adoración misteriosa pagana”.

En el libro A Statement of Reasons (Declaración de razones), Andrews Norton dice de la Trinidad: “No podemos hallar la historia de esta doctrina ni descubrir su fuente en la revelación cristiana, sino en la filosofía platónica [...] La Trinidad no es doctrina de Cristo ni de sus Apóstoles, sino una ficción de la escuela de los platónicos posteriores”.

Así, en el siglo IV E.C. la apostasía que predijeron Jesús y los apóstoles floreció plenamente. El desarrollo de la Trinidad fue solo una manifestación de esto. Las iglesias apóstatas también empezaron a abrazar otras ideas paganas, como las de un infierno de fuego, la inmortalidad del alma y la idolatría. En sentido espiritual, la cristiandad había entrado en sus predichos tiempos de oscuridad, dominada por una creciente clase clerical del “hombre del desafuero”. (2 Tesalonicenses 2:3, 7.)

¿Por qué no la enseñaron los profetas de Dios?

¿POR qué debería ser que, mientras pasaban milenios, ninguno de los profetas de Dios enseñara a su pueblo que existía una Trinidad? A más tardar, ¿no debería haber usado Jesús su aptitud de Gran Maestro para aclarar la Trinidad a sus seguidores? ¿Habría de inspirar Dios centenares de páginas de las Escrituras y todavía no usar ninguna parte de esta instrucción para enseñar la Trinidad si esta en realidad fuera la “doctrina central” de la fe?

¿Deben creer los cristianos que, siglos después de Cristo y después de haberse inspirado divinamente la escritura de la Biblia, Dios apoyaría el que se formulara una doctrina que fue desconocida a sus siervos por miles de años, que es un “misterio inescrutable”, que está “más allá de lo que puede concebir la razón humana”, que, según se confiesa, tuvo antecedentes paganos y fue “principalmente un asunto de política eclesiástica”?

El testimonio de la historia es claro: el enseñar la Trinidad es haberse desviado de la verdad, es haber apostatado de ella.

¿Qué dice la Biblia acerca de Dios y Jesús?

SI LA gente leyera la Biblia desde el principio hasta el fin sin que hubiera concebido ya la idea de la Trinidad, ¿se formaría tal concepto por su propia cuenta? De ninguna manera.

Lo que se le manifiesta muy claramente al lector imparcial es que solo Dios es el Todopoderoso, el Creador, separado y distinto de toda otra persona, y que Jesús —y esto aplica aun a la existencia que tuvo antes de ser hombre— es también separado y distinto, un ser creado, subordinado a Dios.

Dios es uno solo, no tres

LA ENSEÑANZA bíblica de que Dios es uno solo se llama monoteísmo. Y L. L. Paine, profesor de historia eclesiástica, indica que el monoteísmo en su forma más pura no da cabida a una Trinidad: “El Antiguo Testamento es estrictamente monoteísta. Dios es un solo ser personal. La idea de que allí se pueda hallar una trinidad [...] carece de todo fundamento”.

¿Se cambió del monoteísmo a otro tipo de creencia después que Jesús vino a la Tierra? Paine contesta: “Respecto a este punto, no hay cambio al pasar del Antiguo Testamento al Nuevo. Continúa la tradición monoteísta. Jesús era judío, educado por padres judíos en las escrituras del Antiguo Testamento. Su enseñanza era judía hasta la médula; ciertamente un nuevo evangelio, pero no una nueva teología. [...] Y él aceptaba como creencia suya el gran texto del monoteísmo judío: ‘Escucha, oh Israel, el Señor nuestro Dios es un solo Dios’”.

Esas palabras se encuentran en Deuteronomio 6:4. La Biblia católica Bover-Cantera (BC) expresa el pensamiento así: “Escucha, Israel: Yahveh, nuestro Dios, Yahveh es uno”. Según el análisis gramatical de ese versículo, la palabra “uno” no tiene calificativos en plural que insinúen que signifique más de una persona.

Pablo, apóstol cristiano, no indicó ningún cambio en la naturaleza de Dios tampoco, ni siquiera después de la venida de Jesús a la Tierra. Escribió: “Dios es uno solo”. (Gálatas 3:20; véase también 1 Corintios 8:4-6.)

Miles de veces por toda la Biblia se hace referencia a Dios como una sola persona. Cuando él habla, es como persona indivisa. La Biblia no podría ser más clara en esto. Como declara Dios: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria”. (Isaías 42:8.) “Yo soy Yahveh, tu Dios [...] No tendrás otro Dios ante mí” (cursiva nuestra). (Éxodo 20:2, 3, BC.)

¿Por qué hablarían de Dios como de una sola persona todos los escritores bíblicos inspirados divinamente si él en realidad fuera tres personas? ¿Qué propósito tendría eso, excepto el de engañar a la gente? Podemos estar seguros de que si Dios estuviera compuesto de tres personas él se habría encargado de que los hombres que utilizó para escribir la Biblia declararan eso con suma claridad, para que no pudiera haber dudas al respecto. Al menos los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas que se relacionaron personalmente con el propio Hijo de Dios habrían hecho eso. Pero no lo hicieron.

Más bien, lo que los escritores de la Biblia declararon con suma claridad es que Dios es una sola Persona... un Ser singular, sin divisiones, que no tiene igual: “Yo soy Jehová, y no hay ningún otro. Con la excepción de mí no hay Dios”. (Isaías 45:5.) “Tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.” (Salmo 83:18.)

No es un Dios plural

JESÚS llamó a Dios “el único Dios verdadero”. (Juan 17:3.) Al referirse a Dios, nunca habló de él como de una deidad que consistiera en una pluralidad de personas. Por eso, en la Biblia solo se llama Todopoderoso a Jehová. De otro modo, se anularía el significado de la palabra “todopoderoso”. Nunca se llama así ni a Jesús ni al espíritu santo, porque solo Jehová es supremo. En Génesis 17:1 él declara: “Yo soy Dios Todopoderoso”. Y Éxodo 18:11 dice: “Jehová es mayor que todos los demás dioses”.

En las Escrituras Hebreas la palabra ´elóh·ah (dios) tiene dos formas plurales, a saber, ´elo·hím (dioses) y ´elo·héh (dioses de). Por lo general estas formas plurales aluden a Jehová, y en ese caso se traducen en singular, “Dios”. ¿Indican una Trinidad esas formas plurales? No, no lo hacen. En A Dictionary of the Bible, William Smith dice: “La caprichosa idea de que [´elo·hím] se refería a la trinidad de personas en la Deidad difícilmente cuenta ahora con apoyo entre los eruditos. Es o lo que los gramáticos llaman el plural mayestático, o denota la plenitud de fortaleza divina, la suma de los poderes que Dios despliega”.

The American Journal of Semitic Languages and Literatures (Revista estadounidense de idiomas y literaturas semíticos) dice de ´elo·hím: “Se construye casi invariablemente con un predicado verbal en singular, y toma un atributo adjetival en singular”. Para ilustrar esto, el título ´elo·hím aparece 35 veces por sí solo en el relato de la creación, y en cada ocasión el verbo que describe lo que Dios dijo e hizo está en singular. (Génesis 1:1–2:4.) Por eso, esa revista llega a esta conclusión: “[´Elo·hím] tiene que ser explicado más bien como un plural intensivo, que denota grandeza y majestad”.

´Elo·hím no significa “personas”, sino “dioses”. Por eso, los que afirman que esa palabra da a entender una Trinidad se convierten en politeístas, adoradores de más de un solo Dios. ¿Por qué? Porque el término significaría que habría tres dioses en la Trinidad. Pero casi todo apoyador de la Trinidad rechaza el punto de vista de que la Trinidad se componga de tres dioses distintos.

La Biblia usa también las palabras ´elo·hím y ´elo·héh para referirse a varios dioses-ídolos falsos. (Éxodo 12:12; 20:23.) Pero en otras ocasiones puede referirse a un solo dios falso, como cuando los filisteos aludieron a “Dagón su dios [´elo·héh]”. (Jueces 16:23, 24.) Se llama a Baal “un dios [´elo·hím]”. (1 Reyes 18:27.) Además, el término se usa para aludir a humanos. (Salmo 82:1, 6.) A Moisés se le dijo que él serviría de “Dios [´elo·hím]” para Aarón y para Faraón. (Éxodo 4:16; 7:1.)

Es obvio que el uso de los títulos ´elo·hím y ´elo·héh para aludir a dioses falsos, y hasta a humanos, no daba a entender que cada uno fuera una pluralidad de dioses; el aplicar ´elo·hím o ´elo·héh a Jehová tampoco significa que él sea más de una persona, especialmente cuando consideramos lo que el resto de la Biblia testifica sobre este asunto.

Jesús, un ser creado distinto

JESÚS fue humano mientras estuvo en la Tierra, aunque humano perfecto, porque fue Dios quien transfirió la fuerza de vida de Jesús a la matriz de María. (Mateo 1:18-25.) Pero aquel no fue el principio de su existencia. Él mismo declaró que había ‘descendido del cielo’. (Juan 3:13.) Por eso fue sencillamente natural que dijera más tarde a sus seguidores: “¿Y cuando veáis al Hijo del hombre [Jesús] subir adonde estaba antes?”. (Juan 6:62, BJ.)

Como se ve, Jesús existió en el cielo antes de venir a la Tierra. Pero ¿fue como una de las personas de una Deidad todopoderosa, eterna, trina y una? No, pues la Biblia dice claramente que Jesús, en la existencia que tuvo antes de ser humano, era un ser celestial creado, tal como los ángeles son seres celestiales creados por Dios. Ni los ángeles ni Jesús existieron antes de haber sido creados.

Jesús, en su existencia en los cielos, era el “Primogénito de toda la creación”. (Colosenses 1:15, BJ.) Fue “el principio de la creación de Dios” (Apocalipsis [Revelación] 3:14, según la versión católica de Straubinger [Str].) No sería correcto interpretar que “principio” [griego: ar·kjé] significa que Jesús fue el ‘principiador’ de la creación divina. Juan, en sus escritos bíblicos, usa varias formas de la palabra griega ar·kjé más de 20 veces, y siempre tienen el significado común de “principio”. Sí, Jesús fue creado por Dios como el principio de la creación invisible de Dios.

Note la relación estrecha que hay entre esas referencias al origen de Jesús y las expresiones de la “Sabiduría” figurativa en el libro bíblico de Proverbios: “Yahvéh me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas. Antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas, fui engendrada. No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo primordial del orbe”. (Proverbios 8:12, 22, 25, 26, BJ.) Aunque se usa el término “Sabiduría” para personificar a aquel a quien Dios creó, la mayoría de los eruditos concuerda en que es realmente una figura retórica para aludir a Jesús como criatura celestial antes de su existencia humana.

Jesús, como la “Sabiduría” antes de que fuera humano, pasa a decir que “yo estaba allí [con Dios], como arquitecto”. (Proverbios 8:30, BJ.) En conformidad con ese papel de arquitecto u obrero maestro —“artífice”, BC; “aprendiz”, Nueva Biblia Española [NBE]— que trabajaba con Dios, Colosenses 1:16 dice de Jesús que “por medio de él, Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra” (Versión Popular [VP]).

De modo que fue por medio de este obrero maestro, su socio menor, por decirlo así, como el Dios Todopoderoso creó todo lo demás. La Biblia resume este asunto así: “Para nosotros no hay sino un solo Dios, el Padre, de quien vienen todas las cosas, [...] y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas” (cursiva nuestra). (1 Corintios 8:6, Str.)

Sin duda, fue a este obrero maestro a quien Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. (Génesis 1:26.) Algunos han alegado que las palabras “hagamos” y “nuestra” en esta expresión indican una Trinidad. Pero si alguien dijera: ‘Hagamos algo para nosotros’, normalmente nadie entendería que dentro del que hablara hubiera varias personas combinadas en una sola. Lo que se quiere decir es simplemente que dos o más personas van a trabajar juntas en algo. Así, también, cuando Dios usó “hagamos” y “nuestra”, sencillamente estaba hablando a otra persona, su primera creación celestial, el obrero maestro, Jesús antes de su vida como humano.

¿Pudiera tentarse a Dios?

EN MATEO 4:1 se dice que Jesús fue “tentado por el Diablo”. Después de mostrar a Jesús “todos los reinos del mundo y su gloria”, Satanás dijo: “Todas estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”. (Mateo 4:8, 9.) Satanás estaba tratando de hacer que Jesús fuera desleal a Dios.

Pero ¿qué prueba de lealtad sería esa si Jesús fuera Dios? ¿Pudiera Dios rebelarse contra sí mismo? No, pero ángeles y humanos podían rebelarse contra Dios, y algunos lo hicieron. Solo tendría sentido la tentación de Jesús si él no fuera Dios, sino un ser separado que tuviera su propio libre albedrío, alguien que pudiera haber sido desleal si hubiera optado por serlo, como un ángel o un humano.

Por otra parte, es inimaginable que Dios pecara y fuera desleal a sí mismo. “Perfecta es su actividad [...] Dios de fidelidad, [...] justo y recto es él.” (Deuteronomio 32:4.) Por eso, si Jesús hubiera sido Dios, no podría haber sido tentado. (Santiago 1:13.)

Puesto que Jesús no era Dios, pudo haber sido desleal. Pero permaneció fiel, y dijo: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado’”. (Mateo 4:10.)

¿Cuánto había que pagar como rescate?

UNA de las razones principales por las cuales Jesús vino a la Tierra tiene también relación directa con la Trinidad. La Biblia dice: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos”. (1 Timoteo 2:5, 6.)

Jesús, ni más ni menos que un humano perfecto, llegó a ser un rescate que compensó exactamente por lo que Adán había perdido: el derecho a la vida humana perfecta en la Tierra. Por eso, el apóstol Pablo bien podía llamar a Jesús “el último Adán”, y decir en el mismo contexto: “Así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados”. (1 Corintios 15:22, 45.) La vida humana perfecta de Jesús era el “rescate correspondiente” exigido por la justicia divina... ni más ni menos. Un principio fundamental hasta de la justicia humana es que el precio que se paga debe corresponder con el mal que se haya cometido.

No obstante, si Jesús hubiera sido parte de una Deidad trinitaria, el precio de rescate habría sido infinitamente superior a lo que exigían las propias leyes de Dios. (Éxodo 21:23-25; Levítico 24:19-21.) Quien pecó en Edén fue solo un humano perfecto, Adán, no Dios. Por eso, para que en verdad el rescate estuviera en conformidad con la justicia de Dios tendría que ser estrictamente equivalente... un humano perfecto, “el último Adán”. Así pues, cuando Dios envió a Jesús a la Tierra como rescate, hizo de Jesús lo que satisfaría la justicia: no que Dios se hiciera carne, no un Hombre-Dios, sino un hombre perfecto, “inferior a los ángeles”. (Hebreos 2:9; compárese con Salmo 8:5, 6.) ¿Cómo podría parte alguna de una Deidad todopoderosa —Padre, Hijo o espíritu santo— ser alguna vez inferior a los ángeles?

¿Cómo es Jesús el “Hijo unigénito”?

LA BIBLIA llama a Jesús el “Hijo unigénito” de Dios. (Juan 1:14; 3:16, 18; 1 Juan 4:9.) Los trinitarios dicen que, puesto que Dios es eterno, también el Hijo de Dios es eterno. Pero ¿cómo puede alguien ser hijo y a la misma vez tener la misma edad de su padre?

Los trinitarios alegan que, en el caso de Jesús, el término “unigénito” no encierra en sí el mismo sentido de la definición del diccionario para “engendrar”, que es “procrear, propagar la propia especie” (Diccionario de la lengua española, 1984). Dicen que en el caso de Jesús tiene “el sentido de una relación inoriginada”, un tipo de relación de hijo único sin el engendramiento (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, por W. E. Vine). ¿Le parece lógico eso? ¿Puede un hombre pasar vida a un hijo sin engendrarlo?

Además, ¿por qué usa la Biblia la mismísima palabra griega para “unigénito” (como admite Vine sin explicación alguna) al describir la relación de Isaac con Abrahán? Hebreos 11:17 dice que Isaac era el “hijo unigénito” de Abrahán. No cabe duda de que, en el caso de Isaac, él era unigénito en el sentido normal, sin ser igual en tiempo ni posición a su padre.

La palabra griega básica para “unigénito” que se usa para aludir a Jesús e Isaac es mo·no·gue·nés, de mo·nos, que significa “único”, y guí·no·mai, raíz que significa “generar”, “llegar a ser (llegar a existir)”, declara la Exhaustive Concordance de Strong. Por lo tanto, mo·no·gue·nés se define como: “Único nacido, único engendrado, o sea, hijo único” (A Greek and English Lexicon of the New Testament, por E. Robinson).

El Theological Dictionary of the New Testament, publicado por Gerhard Kittel, dice: “[Mo·no·gue·nés] significa ‘de descendencia única’, o sea, sin hermanos o hermanas”. Este libro también declara que en Juan 1:18; 3:16, 18 y 1 Juan 4:9 “la relación de Jesús no solo se compara con la de un hijo único con su padre. Es la relación del unigénito con el Padre”.

Así que la vida de Jesús, el Hijo unigénito, tuvo comienzo. Y al Dios Todopoderoso se le puede llamar con razón su Engendrador, o Padre, en el mismo sentido que un padre terrestre, como Abrahán, engendra un hijo. (Hebreos 11:17.) Por lo tanto, cuando la Biblia dice que Dios es el “Padre” de Jesús, quiere decir lo que dice: que son dos seres distintos y separados. Dios es el mayor, Jesús es el menor... en términos de tiempo, posición, poder y conocimiento.

Cuando uno toma en cuenta que Jesús no fue el único hijo celestial creado por Dios en los cielos, queda patente por qué se usó en su caso el término “Hijo unigénito”. A una cantidad innumerable de otros seres celestiales creados —ángeles— se les llama también “hijos de Dios”, con el mismo sentido que aplicaba a Adán el término, porque la fuerza de vida en ellos había provenido de Jehová Dios, la Fuente de la vida. (Job 38:7; Salmo 36:9; Lucas 3:38.) Pero todos estos seres celestiales fueron creados mediante el “Hijo unigénito”, el único que fue engendrado directamente por Dios. (Colosenses 1:15-17.)

¿Se creía que Jesús fuera Dios?

AUNQUE a Jesús se le llama frecuentemente en la Biblia el Hijo de Dios, nadie en el primer siglo siquiera pensó que él fuera Dios Hijo. Hasta los demonios, quienes ‘creen que hay un solo Dios’, sabían por su experiencia en las regiones celestiales que Jesús no era Dios. Por eso, correctamente, reconocían a Jesús como el “Hijo de Dios”, que tiene existencia separada. (Santiago 2:19; Mateo 8:29.) Y cuando Jesús murió, los soldados romanos, aquellos paganos que estaban cerca, ya sabían lo suficiente como para decir que lo que habían oído de los seguidores de Jesús tenía que ser correcto, no que Jesús fuera Dios, sino que “ciertamente este era Hijo de Dios”. (Mateo 27:54.)

Por consiguiente, la frase “Hijo de Dios” alude a Jesús como un ser creado que tiene existencia separada, no como parte de una Trinidad. Por ser el Hijo de Dios, no podía ser Dios mismo, porque Juan 1:18 dice: “A Dios nadie le ha visto jamás” (BJ).

Los discípulos creían que Jesús era el “un solo mediador entre Dios y los hombres”, y no Dios mismo. (1 Timoteo 2:5.) Puesto que por definición un mediador es alguien separado de los que necesitan mediación, implicaría contradicción el que Jesús correspondiera a cualquiera de las partes que estuviera tratando de reconciliar. Eso habría sido fingir que era lo que no era.

La Biblia habla clara y consecuentemente en cuanto a la relación de Dios con Jesús. Solo Jehová Dios es Todopoderoso. Creó directamente a Jesús antes de que viviera en la Tierra como humano. Por eso, Jesús tuvo principio, y jamás podría ser igual a Dios en poder ni en eternidad.

¿Es Dios superior a Jesús siempre?

JESÚS nunca afirmó que fuera Dios. Cuanto dijo acerca de sí mismo indica que de ninguna manera se consideraba igual a Dios... ni en poder ni en conocimiento ni en edad.

En todo período de su existencia, tanto en el cielo como en la Tierra, el habla y la conducta de Jesús manifiestan subordinación a Dios. Dios es siempre el superior, Jesús el inferior que fue creado por Dios.

Jesús distinguido de Dios

VEZ tras vez Jesús señaló que era una criatura separada de Dios y que él, Jesús, tenía sobre sí a un Dios, un Dios a quien adoraba y a quien llamaba “Padre”. En oración a Dios, es decir, al Padre, Jesús dijo: “[Tú], el único Dios verdadero”. (Juan 17:3.) En Juan 20:17 Jesús dijo a María Magdalena: “Voy a subir a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios” (Str). En 2 Corintios 1:3 el apóstol Pablo confirma esta relación: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Puesto que Jesús tenía un Dios, su Padre, no podía ser a la misma vez ese Dios.

Los apóstoles no tuvieron reparos en hablar de Jesús y de Dios como entidades claramente distintas y separadas: “Para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, [...] y un solo Señor, Jesucristo”. (1 Corintios 8:6, BJ.) El apóstol Pablo señala la distinción cuando menciona la “presencia de Dios, de Cristo Jesús y de los ángeles escogidos”. (1 Timoteo 5:21, BJ.) Tal como en lo que escribe Pablo distingue entre Jesús y los ángeles en el cielo, lo mismo hace con relación a Jesús y Dios.

Las palabras de Jesús en Juan 8:17, 18 también son significativas. Él declara: “En la propia Ley de ustedes está escrito: ‘El testimonio de dos hombres es verdadero’. Yo soy quien doy testimonio acerca de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio acerca de mí”. Aquí Jesús muestra que él y el Padre, es decir, el Dios Todopoderoso, tienen que ser dos entidades distintas, porque ¿de qué otro modo pudiera haber realmente dos testigos?

Otra manera como Jesús mostró que él era un ser separado de Dios fue al decir: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios”. (Marcos 10:18, BJ.) De modo que Jesús decía que nadie es tan bueno como Dios, ni siquiera Jesús mismo. Dios es bueno de una manera que lo distingue de Jesús.

El siervo sumiso de Dios

VEZ tras vez Jesús hizo declaraciones como las siguientes: “El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre”. (Juan 5:19, BJ.) “He bajado del cielo para hacer, no la voluntad mía, sino la voluntad del que me ha enviado.” (Juan 6:38.) “Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado.” (Juan 7:16.) ¿No es el que envía mayor que el enviado?

Esta relación se manifiesta claramente en la ilustración de Jesús acerca de la viña. Él comparó a Dios, su Padre, con el dueño de la viña, quien viajó al extranjero y la dejó a cargo de los cultivadores, quienes representaban al clero judío. Después, cuando el dueño envió un esclavo para conseguir parte del fruto de la viña, los cultivadores lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces el dueño envió un segundo esclavo, y después otro, y estos recibieron el mismo trato. Finalmente, el dueño dijo: “Enviaré a mi hijo [Jesús] el amado. Probablemente a este lo respeten”. Pero los cultivadores corruptos dijeron: “‘Este es el heredero; matémoslo, para que la herencia llegue a ser nuestra’. Con eso, lo echaron fuera de la viña y lo mataron”. (Lucas 20:9-16.) Así ilustró Jesús su propio puesto de enviado por Dios para hacer la voluntad de Dios, tal como un padre envía a un hijo sumiso.

Los seguidores de Jesús siempre lo vieron como siervo sumiso de Dios, no como igual a Dios. Oraron a Dios acerca de “tu santo siervo Jesús, a quien has ungido, [...] señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús”. (Hechos 4:23, 27, 30, BJ.)

Dios es superior siempre

AL PRINCIPIO del ministerio de Jesús, cuando él salió del agua bautismal, la voz de Dios desde el cielo dijo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”. (Mateo 3:16, 17.) ¿Estaba diciendo Dios que él era su propio hijo, que se aprobaba a sí mismo, que se enviaba a sí mismo? No; Dios el Creador decía que él, en su posición de superior, aprobaba al inferior, su Hijo Jesús, para la obra necesaria.

Jesús indicó la superioridad de su Padre al decir: “El espíritu de Jehová está sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los pobres”. (Lucas 4:18.) El ungimiento se efectúa cuando un superior da autoridad o una comisión a alguien que todavía no tiene autoridad. Es obvio que aquí el superior es Dios, porque ungió a Jesús y le dio autoridad que Jesús anteriormente no tenía.

Jesús manifestó claramente la superioridad de su Padre cuando la madre de dos discípulos pidió que sus hijos se sentaran uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús cuando él entrara en su Reino. Jesús contestó: “Sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre”, es decir, Dios. (Mateo 20:23, BJ.) Si Jesús hubiera sido el Dios Todopoderoso, podría haber dado aquellos puestos. Pero Jesús no podía darlos, porque le tocaba a Dios darlos, y Jesús no era Dios.

Las mismas oraciones de Jesús son ejemplo convincente de su posición inferior. Cuando se acercaba el tiempo en que Jesús había de morir, mostró quién era su superior al orar: “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa. Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. (Lucas 22:42.) ¿A quién le oraba? ¿A una parte de sí mismo? No; le oraba a alguien enteramente separado de él, su Padre, Dios —cuya voluntad era superior y podía diferenciarse de la suya—, el Único que podía ‘remover aquella copa’.

Después, cuando estaba a punto de morir, Jesús clamó: “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?”. (Marcos 15:34, BJ.) ¿A quién clamó Jesús? ¿A sí mismo o a una parte de sí mismo? De seguro ese clamor: “Dios mío” no provino de alguien que se considerara Dios. Y si Jesús fuera Dios, entonces, ¿quién lo había abandonado? ¿Se abandonó a sí mismo? Eso no tendría sentido. Jesús dijo también: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lucas 23:46.) Si Jesús fuera Dios, ¿por qué habría de encomendar su espíritu al Padre?

Después de su muerte, Jesús estuvo en la tumba por partes de tres días. Si fuera Dios, entonces Habacuc 1:12 está equivocado cuando dice: “Oh Dios mío, mi Santo, tú no mueres”. Pero la Biblia dice que Jesús sí murió y que estuvo inconsciente en la tumba. ¿Y quién lo resucitó de entre los muertos? Si verdaderamente estaba muerto, no se pudiera haber resucitado a sí mismo. Por otra parte, si en realidad no estaba muerto, su muerte fingida no habría pagado el precio de rescate por el pecado de Adán. Pero él sí pagó ese precio, porque verdaderamente murió. De modo que fue “Dios [quien] lo resucitó [a Jesús] desatando los dolores de la muerte”. (Hechos 2:24.) El superior, el Dios Todopoderoso, levantó de entre los muertos al inferior, su siervo Jesús.

¿Indica que Jesús fuera Dios el hecho de que pudiera ejecutar milagros, como el de resucitar a ciertas personas? Pues bien, los apóstoles y los profetas Elías y Eliseo tuvieron ese poder también, pero eso no significó que fueran más que hombres. Dios dio el poder de ejecutar milagros a los profetas, a Jesús y a los apóstoles para demostrar que los apoyaba. Pero eso no significó que ninguno de ellos fuera parte de una Deidad plural.

Había límite a lo que Jesús sabía

CUANDO Jesús dio su profecía acerca del fin de este sistema de cosas, declaró: “Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”. (Marcos 13:32, BJ.) Si Jesús hubiera sido el Hijo que fuera parte igual de una Deidad, habría sabido lo que el Padre sabe. Pero Jesús no lo sabía, porque no era igual a Dios.

De manera similar, en Hebreos 5:8 leemos que Jesús “aprendió la obediencia por las cosas que sufrió”. ¿Podemos imaginarnos que Dios tuviera que aprender algo? No; pero Jesús sí aprendió, porque no sabía todo lo que Dios sabía. Y tuvo que aprender algo que Dios nunca tiene que aprender... la obediencia. Dios nunca tiene que obedecer a nadie.

La diferencia entre lo que Dios conoce y lo que Cristo conoce también existió cuando Jesús fue resucitado para ir al cielo y estar con Dios. Note las palabras de apertura del último libro de la Biblia: “Revelación de Jesucristo; se la concedió Dios”. (Apocalipsis [Revelación] 1:1, BJ.) Si Jesús mismo fuera parte de una Deidad, ¿habría sido necesario que otra parte de la Deidad —Dios— le diera una revelación? De seguro él habría conocido todo aquello, porque Dios lo conocía. Pero Jesús no lo conocía, porque no era Dios.

Jesús sigue subordinado

ANTES de que Jesús viniera a la Tierra, y también cuando vivió aquí, estuvo subordinado a Dios. Después de haber resucitado, sigue en posición subordinada, secundaria.

Respecto a la resurrección de Jesús, Pedro y los que estaban con él dijeron al Sanedrín judío: “A este [Jesús], Dios lo ensalzó a su diestra”. (Hechos 5:31.) Pablo dijo: “Dios lo ensalzó a un puesto superior”. (Filipenses 2:9.) Si Jesús hubiera sido Dios, ¿cómo se podría haber ensalzado, es decir, levantado a un puesto superior al que tenía antes? Ya habría sido una parte ensalzada de la Trinidad. Si antes de su ensalzamiento Jesús hubiera sido igual a Dios, el ensalzarlo más lo habría hecho superior a Dios.

Pablo dijo también que Cristo entró “en el mismo cielo para presentarse ahora delante de Dios a favor nuestro”. (Hebreos 9:24, Str.) Si usted se presentara ante otro, ¿cómo podría ser usted ese otro? No podría ser. Tiene que ser diferente y separado.

De igual manera, el mártir Esteban, precisamente antes de morir apedreado, “miró con fijeza al cielo y alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios”. (Hechos 7:55.) Está claro que vio a dos seres separados... pero no vio a ningún espíritu santo; no vio ninguna Deidad trinitaria.

En el relato de Revelación 4:8 a 5:7 se describe a Dios sentado en su trono celestial, pero Jesús no está allí. Él tiene que acercarse a Dios para tomar un rollo de la mano derecha de Dios. Esto muestra que en el cielo Jesús no es Dios, sino que es una entidad separada de él.

En conformidad con lo anterior, el Bulletin of the John Rylands Library (Boletín de la biblioteca John Rylands) de Manchester, Inglaterra, dice: “A Jesús en su vida celestial de resucitado se le describe con una personalidad individual tan distinta y separada de la persona de Dios como lo fue la que tuvo durante su vida terrestre como el hombre Jesús. Sí, al lado de Dios y comparado con Dios ciertamente aparece como otro ser celestial entre la corte celestial de Dios, como lo que eran los ángeles... aunque, como el Hijo de Dios, está en una categoría diferente, y tiene un rango muy superior al de ellos”. (Compárese con Filipenses 2:11.)

El Bulletin también dice: “Sin embargo, lo que se dice de su vida y sus funciones como el Cristo celestial ni significa ni da a entender que en la condición divina él se halla a la par con Dios mismo y es plenamente Dios. Al contrario, en el cuadro que da el Nuevo Testamento de su persona y su ministerio celestiales contemplamos una entidad separada de Dios y subordinada a él”.

En el futuro eterno en el cielo, Jesús seguirá siendo un siervo separado y subordinado de Dios. La Biblia lo expresa así: “Luego, el fin, cuando [Jesús en el cielo] entregue a Dios Padre el Reino, [...] entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo”. (1 Corintios 15:24, 28, BJ.)

Jesús nunca dijo que fuera Dios

ESTÁ claro lo que la Biblia indica. El Dios Todopoderoso, Jehová, no solo es una personalidad separada de Jesús, sino que también es en todo tiempo su superior. A Jesús siempre se le presenta como separado e inferior, un humilde siervo de Dios. Por eso la Biblia dice claramente que “la cabeza del Cristo es Dios”, tal como “la cabeza de todo varón es el Cristo”. (1 Corintios 11:3.) Y por eso Jesús mismo dijo: “El Padre es más que yo”. (Juan 14:28, BJ.)

La verdad es que Jesús no es Dios, y nunca afirmó serlo. Aumenta la cantidad de los eruditos que reconocen esto. Como declara el Bulletin de Rylands: “Tenemos que enfrentarnos al hecho de que la investigación del Nuevo Testamento durante, digamos, los últimos treinta o cuarenta años ha llevado a una cantidad cada vez mayor de escriturarios acreditados del Nuevo Testamento a la conclusión de que ciertamente Jesús [...] nunca se creyó Dios”.

El Bulletin también dice esto sobre los cristianos del primer siglo: “Por lo tanto, cuando asignaban [a Jesús] títulos de honor, como: Cristo, Hijo del hombre, Hijo de Dios y Señor, estas no eran maneras de decir que él fuera Dios, sino de señalar que hacía la obra de Dios”.

Como se ve, hasta algunos doctos religiosos reconocen que la idea de que Jesús es Dios contradice todo el testimonio de la Biblia. Según la Biblia, Dios es siempre el superior, y Jesús es el siervo subordinado.

El espíritu santo... la fuerza activa de Dios

SEGÚN la doctrina de la Trinidad, el espíritu santo es la tercera persona de una Deidad, igual al Padre y al Hijo. Como dice el libro Our Orthodox Christian Faith: “El Espíritu Santo es totalmente Dios”.

En las Escrituras Hebreas la palabra que más se usa para “espíritu” es rú·aj, que significa “aliento; viento; espíritu”. En las Escrituras Griegas se usa la palabra pnéu·ma, de significado similar. ¿Indican esas palabras que el espíritu santo sea parte de una Trinidad?

Una fuerza activa

EN LA Biblia, el uso de la expresión “espíritu santo” indica que es una fuerza controlada que Jehová Dios usa para llevar a cabo diversos propósitos. Hasta cierto grado puede compararse con la electricidad, una fuerza que puede emplearse para una gran variedad de funciones.

En Génesis 1:2 la Biblia declara que “la fuerza activa [“espíritu” (hebreo: rú·aj)] de Dios se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas”. Aquí el espíritu de Dios era su fuerza activa obrando para dar forma a la Tierra.

Dios usa su espíritu para iluminar a los que le sirven. David oró: “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Tu espíritu [rú·aj] es bueno; que me guíe en la tierra de la rectitud”. (Salmo 143:10.) Cuando se nombró a 70 hombres capacitados para que ayudaran a Moisés, Dios dijo a este siervo suyo: “Tendré que quitar parte del espíritu [rú·aj] que está sobre ti y colocarlo sobre ellos”. (Números 11:17.)

La profecía bíblica se puso por escrito cuando hombres de Dios fueron “llevados por espíritu [griego: de pnéu·ma] santo”. (2 Pedro 1:20, 21.) De modo que la Biblia fue “inspirada de Dios”, una frase que en griego se expresa por la palabra The·ó·pneu·stos, que significa “insuflada por Dios”. (2 Timoteo 3:16.) Guiadas por espíritu santo, también ciertas personas tuvieron visiones o sueños proféticos. (2 Samuel 23:2; Joel 2:28, 29; Lucas 1:67; Hechos 1:16; 2:32, 33.)

El espíritu santo impelió a Jesús a ir al desierto después de su bautismo. (Marcos 1:12.) El espíritu resultó ser como un fuego dentro de los siervos de Dios, y les dio vigor. Además, los capacitó para hablar con denuedo y valor. (Miqueas 3:8; Hechos 7:55-60; 18:25; Romanos 12:11; 1 Tesalonicenses 5:19.)

Mediante su espíritu, Dios juzgará a hombres y naciones. (Isaías 30:27, 28; 59:18, 19.) Y el espíritu de Dios puede llegar a todo lugar, y obrar a favor de la gente o contra ella. (Salmo 139:7-12.)

‘Poder más allá de lo normal’

EL ESPÍRITU de Dios puede, además, suministrar “poder que es más allá de lo normal” a los que sirven a Dios. (2 Corintios 4:7.) Esto les permite aguantar experiencias que los someten a prueba en cuanto a su fe, así como hacer cosas que de otro modo no podrían hacer.

Por ejemplo, en cuanto a Sansón, Jueces 14:6 relata: “El espíritu de Yahvéh le invadió, y Sansón sin tener nada en la mano despedazó al león como se despedaza un cabrito” (BJ). ¿Entró o de hecho se apoderó de Sansón una persona divina, y se valió de su cuerpo para hacer lo que hizo? No; como lo dice una versión en inglés, fue realmente “el poder del SEÑOR [lo que] hizo fuerte a Sansón” (Today’s English Version).

La Biblia dice que, al bautizarse Jesús, espíritu santo descendió sobre él bajo la apariencia de una paloma, no como forma humana. (Marcos 1:10.) Esta fuerza activa de Dios le permitió a Jesús curar enfermos y levantar muertos. Como dice Lucas 5:17: “El poder del Señor [Dios] le hacía [a Jesús] obrar curaciones” (BJ).

El espíritu de Dios también dio a los discípulos de Jesús facultad para hacer cosas milagrosas. Hechos 2:1-4 relata que los discípulos estaban reunidos en el Pentecostés cuando “de repente ocurrió desde el cielo un ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte, [...] y todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en lenguas diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse”.

De modo que el espíritu santo dio a Jesús y a otros siervos de Dios poder para hacer lo que ordinariamente los seres humanos no podrían hacer.

No es una persona

SIN embargo, ¿acaso no hay versículos bíblicos en que se habla del espíritu santo como si fuera una persona? Sí, pero note lo que dice el teólogo católico Edmund Fortman sobre esto en The Triune God: “Aunque frecuentemente se describe este espíritu en términos personales, parece muy claro que los escritores sagrados [de las Escrituras Hebreas] nunca concibieron ni presentaron distintamente este espíritu como si fuera una persona”.

No es rara la personificación de ciertas cosas en las Escrituras. Se dice que la sabiduría tiene hijos. (Lucas 7:35.) Se llama reyes al pecado y la muerte. (Romanos 5:14, 21.) En Génesis 4:7 dice: “Hay pecado agazapado a la entrada”, y se personifica al pecado como alguien que estuviera agazapado a la puerta de Caín. Pero, por supuesto, el pecado no es una persona; tampoco el personificar al espíritu santo lo hace una persona celestial.

De modo similar, en 1 Juan 5:6-8 (VP) se dice que, no solo el espíritu, sino también “el agua y la sangre” son testigos. Sin embargo, es obvio que el agua y la sangre no son personas, como tampoco lo es el espíritu santo.

Esto armoniza con el hecho de que en general la Biblia se refiere al “espíritu santo” de manera impersonal, como al compararlo con agua y fuego. (Mateo 3:11; Marcos 1:8.) Se insta a la gente a llenarse de espíritu santo y no de vino. (Efesios 5:18.) Se dice que la gente se llena de espíritu santo de la misma manera como se llena de cualidades como sabiduría, fe y gozo. (Hechos 6:3; 11:24; 13:52.) Y en 2 Corintios 6:6 se menciona el espíritu santo entre varias cualidades. Expresiones como esas no serían tan comunes si el espíritu santo fuera en realidad una persona.

Además, aunque es cierto que algunos textos bíblicos dicen que el espíritu habla, otros muestran que esto en realidad se hizo mediante humanos o ángeles. (Mateo 10:19, 20; Hechos 4:24, 25; 28:25; Hebreos 2:2.) La acción del espíritu en esos casos se asemeja a la transmisión de mensajes por ondas de radio entre personas que se hallan a gran distancia.

En Mateo 28:19 se hace referencia al “nombre [...] del espíritu santo”. Pero la palabra “nombre” no siempre se refiere a un nombre personal, ni en griego ni en español. Cuando decimos “en nombre de la ley”, no nos referimos a una persona. Más bien nos referimos a lo que la ley representa, su autoridad. El libro Word Pictures in the New Testament (Cuadros comunicados por palabras en el Nuevo Testamento), de Robertson, dice: “El uso de nombre (onoma) aquí es un uso común en la Septuaginta y en los papiros para referirse a poder o autoridad”. De modo que el bautismo ‘en el nombre del espíritu santo’ es en reconocimiento de la autoridad del espíritu, que viene de Dios y funciona por la voluntad divina.

El “ayudante”

JESÚS asemejó el espíritu santo a un “ayudante”, y dijo que este enseñaría, guiaría y hablaría. (Juan 14:16, 26; 16:13.) La palabra griega que él usó para ayudante (pa·rá·kle·tos) es de género masculino. Por eso, al referirse a lo que el ayudante haría Jesús usó pronombres personales masculinos. (Juan 16:7, 8.) Por otra parte, cuando se usa la palabra griega neutra para espíritu (pnéu·ma), apropiadamente se usa el pronombre neutro “ello”.

La mayoría de los traductores trinitarios ocultan ese hecho, como admite la versión católica en inglés New American Bible en cuanto a Juan 14:17: “La palabra griega para ‘espíritu’ es neutra, y aunque [en esta traducción] usamos pronombres personales en inglés (‘he’ [él], ‘his’ [de él], ‘him’ [(a) él]), la mayoría de los mss. [manuscritos] griegos utilizan ‘it’ [ello]”.

Por eso, cuando la Biblia usa pronombres personales masculinos con la palabra pa·rá·kle·tos en Juan 16:7, 8, está conformándose a reglas gramaticales, y no expresando una doctrina.

No es parte de una Trinidad

VARIAS fuentes reconocen que la Biblia no apoya la idea de que el espíritu santo sea la tercera persona de una Trinidad. Por ejemplo:

The Catholic Encyclopedia: “El Antiguo Testamento no contiene ninguna indicación clara de una Tercera Persona”.

El teólogo católico Fortman: “Para los judíos el espíritu nunca fue persona; tampoco hay prueba sólida de que algún escritor del Antiguo Testamento tuviera ese punto de vista. [...] En los [Evangelios] sinópticos y en Hechos el Espíritu Santo por lo general se presenta como una fuerza o poder divino”.

La New Catholic Encyclopedia: “Está claro que en el A[ntiguo] T[estamento] no se visualiza al espíritu de Dios como una persona [...] El espíritu de Dios es sencillamente el poder de Dios. Si a veces se lo presenta como distinto de Dios, es porque el aliento de Yahvéh obra exteriormente”. También dice: “La mayoría de los textos del N[uevo] T[estamento] revelan que el espíritu de Dios es algo, no alguien; esto se ve especialmente en el paralelismo entre el espíritu y el poder de Dios” (cursiva nuestra).

A Catholic Dictionary: “En general, tanto el Nuevo Testamento como el Antiguo hablan del espíritu como de energía o poder divino”.

Por lo tanto, ni para los judíos ni para los cristianos era el espíritu santo parte de una Trinidad. Esa enseñanza se adoptó siglos después. Como señala A Catholic Dictionary: “La tercera Persona fue confirmada en el Concilio de Alejandría en 362 [...] y aceptada finalmente por el Concilio de Constantinopla en 381”... ¡unos tres siglos y medio después que los discípulos se llenaron de espíritu santo en el Pentecostés!

No, el espíritu santo no es una persona ni es parte de una Trinidad. El espíritu santo es la fuerza activa de Dios que él usa para efectuar su voluntad. No es igual a Dios, sino que siempre está a su disposición y en subordinación a él.

¿Qué hay de los textos que se usan en prueba de la Trinidad?

SE DICE que en algunos textos bíblicos se encuentra prueba en apoyo de la Trinidad. No obstante, al leer esos textos debemos tener presente que la evidencia bíblica e histórica no apoya la Trinidad.

Cualquier remisión a la Biblia como prueba tiene que entenderse teniendo como contexto lo que toda la Biblia enseña consecuentemente. Con mucha frecuencia los versículos circundantes, que dan el contexto, aclaran el verdadero significado del texto bíblico en cuestión.

Tres en uno

EN LA New Catholic Encyclopedia se presentan tres de esos textos bíblicos, “textos de prueba”, para apoyar la Trinidad, pero también se admite lo siguiente: “La doctrina de la Santísima Trinidad no se enseña en el A[ntiguo] T[estamento]. En el N[uevo] T[estamento] la prueba más antigua está en las epístolas paulinas, especialmente en 2 Cor 13:13 [versículo 14 en algunas Biblias] y en 1 Cor 12:4-6. En los Evangelios, la prueba de la Trinidad se encuentra explícitamente solo en la fórmula bautismal de Mat 28:19”.

En esos versículos las tres “personas” se enumeran como sigue en la Biblia de Jerusalén. Segunda a los Corintios 13:13 (14) reúne a las tres de este modo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Primera a los Corintios 12:4-6 dice: “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo el Dios que obra todo en todos”. Y Mateo 28:19 dice: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

¿Dicen esos versículos que Dios, Cristo y el espíritu santo constituyan una Deidad trinitaria, que los tres sean iguales en sustancia, poder y eternidad? No; no dicen eso, tal como el enumerar a tres personas, como Pepe, Pancho y Antonio, no significa que sean tres en uno.

La Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, de McClintock y Strong, admite que esa clase de referencia “solo prueba que se menciona a tres entidades, [...] pero no prueba, por sí misma, que las tres pertenezcan necesariamente a la naturaleza divina ni que posean igual honra divina”.

Aunque esa fuente es trinitaria, dice de 2 Corintios 13:13 (14): “No podríamos deducir con razón que tuvieran igual autoridad ni la misma naturaleza”. Y de Mateo 28:18-20 dice: “Sin embargo, este texto, tomado por sí mismo, no probaría decisivamente ni la personalidad de las tres entidades mencionadas ni su igualdad ni divinidad”.

También se mencionó a Dios, Jesús y el espíritu santo en el mismo contexto en la ocasión del bautismo de Jesús. Este “vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él”. (Mateo 3:16.) Con todo, ahí no dice que los tres sean uno. Muchas veces se menciona juntos a Abrahán, Isaac y Jacob, pero eso no los hace uno. Aparecen juntos los nombres de Pedro, Santiago y Juan, pero eso no los hace uno tampoco. Además, puesto que el espíritu de Dios descendió sobre Jesús en su bautismo, eso muestra que Jesús no tuvo el espíritu sino hasta ese momento. Puesto que así fue, ¿cómo pudiera haber sido Jesús parte de una Trinidad en la cual él siempre hubiera sido uno con el espíritu santo?

Otra referencia que menciona a los tres juntos está en algunas traducciones antiguas de la Biblia en 1 Juan 5:7. No obstante, los eruditos reconocen que esas palabras no estaban originalmente en la Biblia, sino que fueron añadidas mucho tiempo después. Correctamente, la mayoría de las traducciones modernas omiten ese versículo espurio.

Otros textos bíblicos que se dan como prueba tratan solo de la relación entre dos: el Padre y Jesús. Consideremos algunos de estos.

“Yo y el Padre somos uno”

ESE texto, en Juan 10:30, suele citarse como apoyo para la Trinidad, aunque en él no se menciona a una tercera persona. Pero Jesús mismo mostró lo que quería decir con que él y el Padre fueran “uno”. Según Juan 17:21, 22, oró a Dios para que sus discípulos “todos ellos sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy en unión contigo, que ellos también estén en unión con nosotros, [...] que ellos sean uno así como nosotros somos uno”. ¿Estaba Jesús orando para que todos sus discípulos llegaran a ser una sola entidad? No; obviamente Jesús oraba para que estuvieran unidos en pensamiento y propósito, como lo estaban él y Dios. (Véase también 1 Corintios 1:10.)

En 1 Corintios 3:6, 8 Pablo dice: “Yo planté, Apolos regó [...] El que planta y el que riega uno son”. Pablo no quiso decir que él y Apolos fueran dos personas en un solo ser; quiso decir que estaban unidos en propósito. La palabra griega que Pablo usó ahí para “uno” (hen) es neutra, y literalmente se puede traducir “una (cosa)”, lo que indica unidad en cooperación. Es la misma palabra que usó Jesús en Juan 10:30 para describir su relación con el Padre. También es la misma palabra que Jesús empleó en Juan 17:21, 22. Por eso, cuando usó la palabra “uno” (hen) en estos casos, hablaba sobre unidad de pensamiento y propósito.

Respecto a Juan 10:30, Juan Calvino (quien era trinitario) dijo en su Comentario sobre el Evangelio según Juan: “Los antiguos dieron mal uso a este pasaje cuando quisieron probar con él que Cristo es [...] de la misma esencia que el Padre. Pues Cristo no arguye sobre la unidad de la sustancia, sino sobre la conformidad de él con el Padre”.

En el mismo contexto de los versículos que siguen a Juan 10:30 Jesús afirmó vigorosamente que con sus palabras no alegaba ser Dios. Preguntó lo siguiente a los judíos que equivocadamente habían llegado a aquella conclusión y querían apedrearlo: “¿Por qué me acusan de blasfemia a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, si digo que soy Hijo de Dios?”. (Juan 10:31-36, NBE.) No; Jesús no afirmó que fuera Dios Hijo, sino el Hijo de Dios.

“Haciéndose igual a Dios”

OTRO texto bíblico que se da como apoyo para la Trinidad es Juan 5:18. Este dice que los judíos (como en Juan 10:31-36) querían matar a Jesús porque “también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios”.

Pero ¿quién dijo que Jesús estaba haciéndose igual a Dios? No fue Jesús. Él se defendió de aquella acusación falsa en el mismísimo versículo siguiente (19): “Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: ‘[...] el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre’” (BJ).

Al decir eso, Jesús mostró a los judíos que no era igual a Dios y, por lo tanto, no podía obrar por su propia iniciativa. ¿Podemos imaginarnos que alguien que fuera igual al Dios Todopoderoso dijera que ‘no podía hacer nada por su cuenta’? (Compárese con Daniel 4:34, 35.) Es interesante que el contexto de Juan 5:18 y 10:30 muestra que Jesús se defendió de acusaciones falsas de judíos que, como los trinitarios, ¡habían llegado a conclusiones equivocadas!

¿“Igual a Dios”?

EN FILIPENSES 2:6 la versión católica Scío de San Miguel [Scío] dice de Jesús: “Que siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el ser él igual a Dios”. La Versión Reina-Valera de 1904 dice: “El cual siendo en forma de Dios, no tuvo por rapiña ser igual a Dios”. Algunos todavía usan versiones que presentan lecturas semejantes para apoyar la idea de que Jesús era igual a Dios. Pero note cómo vierten otras traducciones ese versículo:

1869: “quien, estando en la forma de Dios, no consideró como para procurarse ávidamente el estar en igualdad con Dios” (The New Testament, por G. R. Noyes).

1965: “Él —¡en verdad de naturaleza divina!— nunca desplegó confianza en sí mismo haciéndose igual a Dios” (Das Neue Testament, edición revisada, por Friedrich Pfäfflin).

1968: “quien, aunque estaba en la forma de Dios, no consideró que debería hacer suyo ávidamente el ser igual a Dios” (La Bibbia Concordata).

1972: “quien, a pesar de tener la forma de Dios, no reputó como botín (codiciable) ser igual a Dios” (Versión Nácar-Colunga).

1976: “Él siempre tuvo la naturaleza de Dios, pero no pensó que por fuerza debería tratar de llegar a ser igual a Dios” (Today’s English Version).

1985: “Quien, estando en la forma de Dios, no consideró la igualdad con Dios algo que debería asir ávidamente” (The New Jerusalem Bible).

1987: “quien, aunque existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras).

Sin embargo, algunos alegan que aun estas versiones más exactas dan a entender que 1) Jesús ya tenía igualdad, pero no quería retenerla, o que 2) no tenía que asirse ávidamente de la igualdad porque ya la tenía.

A este respecto, Ralph Martin, en The Epistle of Paul to the Philippians (La epístola de Pablo a los Filipenses), dice sobre el griego original: “Sin embargo, es cuestionable el que el sentido del verbo pueda deslizarse de su verdadero significado de ‘apoderarse de’, ‘arrebatar violentamente’ al de ‘tener firmemente asido’”. The Expositor’s Greek Testament (El Testamento Griego del expositor) dice también: “No podemos hallar ningún pasaje en que ?????? [har·pá·zo] o alguna derivación suya tenga el sentido de ‘tener en posesión’ o ‘retener’. Parece que significa invariablemente ‘apoderarse de’, ‘arrebatar violentamente’. Por eso, no es permisible deslizarse del verdadero sentido de ‘asir ávidamente’ a uno que es totalmente diferente: ‘tener firmemente asido’”.

Por lo anterior es patente que los traductores de versiones como la Scío y la Valera doblan las reglas para apoyar fines trinitarios. Lejos de decir que Jesús pensó que era apropiado ser igual a Dios, lo que dice en griego en Filipenses 2:6, cuando se lee objetivamente, muestra precisamente lo contrario, que Jesús no pensó que fuera apropiado.

El contexto de los versículos circundantes (3-5, 7, 8, Scío) aclara cómo debe entenderse el versículo 6. A los Filipenses se les aconsejó: “Humildad, teniendo cada uno por superiores á los otros”. Entonces Pablo emplea a Cristo como el ejemplo sobresaliente de esta actitud: “Y el mismo sentimiento haya en vosotros, que hubo también en Jesucristo”. ¿Qué “sentimiento”? ¿El de ‘no tener por usurpación ser igual a Dios’? No, ¡eso sería precisamente lo contrario del punto que se comunica! Más bien, Jesús, quien ‘tuvo a Dios como su superior’, nunca ‘asiría ávidamente la igualdad con Dios’; en vez de eso, “se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte”.

Sin duda, eso no puede estar refiriéndose a ninguna parte del Dios Todopoderoso. Se refería a Jesucristo, quien sirvió perfectamente para ilustrar el punto de Pablo aquí, a saber, la importancia de la humildad y de desplegar obediencia al Superior y Creador de uno, Jehová Dios.

“Yo soy”

EN JUAN 8:58 algunas traducciones (por ejemplo, la Biblia de Jerusalén) presentan a Jesús diciendo: “Antes que naciese Abraham, Yo Soy”. En aquella ocasión, ¿estaba Jesús enseñando, como sostienen los trinitarios, que a él se le conocía por el título “Yo Soy”? Y, según alegan ellos, ¿significa eso que él era el Jehová de las Escrituras Hebreas, puesto que en Éxodo 3:14 la Biblia de Jerusalén dice: “Dijo Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”?

En Éxodo 3:14 (BJ) la frase “Yo soy” se da como título a Dios para indicar que él en realidad existía y haría lo que prometía. The Pentateuch and Haftorahs, publicado por el doctor J. H. Hertz, dice acerca de esa frase: “Para los israelitas en cautiverio, el significado sería: ‘Aunque Él no ha desplegado todavía Su poder para con ustedes, lo hará; Él es eterno y ciertamente los redimirá’. La mayoría de los modernos siguen a Rashi [comentarista francés de la Biblia y el Talmud] al verter [Éxodo 3:14] ‘Seré lo que ser钔.

La expresión de Juan 8:58 es muy diferente de la que se usa en Éxodo 3:14. Jesús no la usó como nombre ni título, sino como medio de explicar la existencia que tuvo antes de ser humano. Por consiguiente, note cómo vierten Juan 8:58 otras versiones de la Biblia:

1925: “antes que Abraham fuera criado, yo existo” (Sagrada Biblia, Félix Torres Amat).

1972: “Antes de que Abraham naciese, era yo” (Sagrada Biblia, E. Nácar Fuster y A. Colunga).

1978: “antes que Abraham naciese, ya existía yo” (Nuevo Testamento, Felipe de Fuenterrabía).

1979: “yo existo desde antes que existiera Abraham” (Dios habla hoy, Versión Popular).

1980: “Antes que Abraham existiera, yo existo” (Sagrada Biblia, Pedro Franquesa y José M. Solé).

1987: “Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras).

Así pues, la verdadera idea de la expresión griega usada en este pasaje es que el “primogénito” (Jesús) creado por Dios había existido mucho antes de que naciera Abrahán. (Colosenses 1:15; Proverbios 8:22, 23, 30; Revelación 3:14.)

De nuevo, el contexto muestra que este es el modo correcto de entender lo que se dijo. Esta vez los judíos quisieron apedrear a Jesús por afirmar que ‘había visto a Abrahán’ aunque, como dijeron, él todavía no tenía 50 años de edad. (Versículo 57.) La respuesta natural de Jesús fue decir la verdad sobre su edad. Así que naturalmente les dijo que ‘existía desde antes que existiera Abraham’ (Versión Popular).

“La Palabra era Dios”

EN JUAN 1:1 la Biblia de Jerusalén dice: “En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Los trinitarios alegan que eso significa que “la Palabra” (griego: ho ló·gos), quien vino a la Tierra como Jesucristo, era el Dios Todopoderoso mismo.

Sin embargo, note que una vez más el contexto nos da la base para entender con exactitud el pensamiento. Observe que se dice: “La Palabra estaba con Dios” (cursiva nuestra). El que está “con” otro no puede ser ese otro. En conformidad con eso, Journal of Biblical Literature (Revista de literatura bíblica), una publicación del jesuita Joseph A. Fitzmyer, señala que si se interpretara la parte posterior de Juan 1:1 como “el” Dios, esto “entonces contradiría la cláusula precedente”, la cual dice que la Palabra estaba con Dios.

Note, también, cómo vierten otras traducciones, en varios idiomas, esta parte del versículo:

1808: “y la palabra era un dios” (The New Testament in an Improved Version, Upon the Basis of Archbishop Newcome’s New Translation: With a Corrected Text).

1864: “y un dios era la Palabra” (The Emphatic Diaglott, lectura interlineal, por Benjamin Wilson).

1928: “y la Palabra era un ser divino” (La Bible du Centenaire, L’Evangile selon Jean, por Maurice Goguel).

1935: “y la Palabra era divino” (The Bible—An American Translation, por J. M. P. Smith y E. J. Goodspeed).

1946: “y de género divino era la Palabra” (Das Neue Testament, por Ludwig Thimme).

1958: “y la Palabra era un Dios” (The New Testament, por James L. Tomanek).

1963: “y la Palabra era un dios” (Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas).

1975: “y un dios (o: de género divino) era la Palabra” (Das Evangelium nach Johannes, por Siegfried Schulz).

1978: “y de género parecido a Dios era el Logos” (Das Evangelium nach Johannes, por Johannes Schneider).

En Juan 1:1 aparece dos veces el sustantivo griego the·ós (dios). La primera vez que aparece se refiere al Dios Todopoderoso, con quien estaba la Palabra (“y la Palabra [ló·gos] estaba con Dios [una forma de the·ós]”). Este primer the·ós está precedido por la palabra ton (el), una forma del artículo definido griego que señala a alguien claramente identificado, en este caso el Dios Todopoderoso (“y la Palabra estaba con [el] Dios”).

Por otra parte, no hay artículo delante del segundo the·ós en Juan 1:1. Eso haría que una traducción literal dijera: “y dios era la Palabra”. Sin embargo, hemos visto que varias traducciones vierten “divino”, “parecido a Dios” o “un dios” este segundo the·ós (un complemento predicativo). ¿Qué autoridad tienen para eso?

El lenguaje griego koiné tenía artículo definido (como en español tenemos “el”, “la”, y sus plurales), pero no tenía artículo indefinido (como “un”, “una” y sus plurales). Por eso, cuando un complemento predicativo no está precedido por el artículo definido, puede ser indefinido, dependiendo del contexto.

Journal of Biblical Literature dice que las expresiones “en las cuales un predicado sin artículo precede al verbo son principalmente de significado cualitativo”. Como señala esa publicación, esto indica que el ló·gos puede ser asemejado a un dios. También dice de Juan 1:1: “La fuerza cualitativa del predicado es tan prominente que no puede considerarse definido el sustantivo [the·ós]”.

Esto quiere decir que Juan 1:1 destaca la cualidad de la Palabra, que era “divino”, “parecido a Dios”, “un dios”, pero no el Dios Todopoderoso. Esto está en armonía con el resto de la Biblia, que muestra que Jesús, llamado en este pasaje “la Palabra” por su papel de Vocero de Dios, era un subordinado obediente que fue enviado a la Tierra por su Superior, el Dios Todopoderoso.

Hay muchos otros versículos bíblicos donde traductores al español insertan el artículo indefinido “un” cuando traducen oraciones griegas con esa misma estructura, aunque en español no siempre es necesario, pues en muchos casos se transmite el mismo sentido con simplemente omitir el artículo definido. Por ejemplo, en Marcos 6:49, cuando los discípulos vieron que Jesús andaba sobre el agua, la Biblia de Jerusalén dice: “Creyeron que era un fantasma”. En el griego koiné no hay ningún “un” delante de “fantasma”. Pero casi todas las traducciones añaden el artículo indefinido “un”. De la misma manera, Juan 1:1 muestra que la Palabra no era “Dios”, sino “un dios” o “divino”.

Joseph Henry Thayer, teólogo y erudito que trabajó en la producción de la versión en inglés American Standard Version, declaró sencillamente: “El Logos era divino, no el Ser divino mismo”. Y el jesuita John L. McKenzie escribió en su Dictionary of the Bible: “Rigurosamente, Jn 1:1 debe traducirse [...] ‘la palabra era un ser divino’”.

¿Se viola una regla?

NO OBSTANTE, algunos afirman que esas traducciones violan una regla gramatical del griego koiné publicada por el helenista E. C. Colwell allá en 1933. Él sostuvo que en griego un complemento predicativo “tiene el artículo [definido] cuando sigue al verbo; no tiene el artículo [definido] cuando precede al verbo”. Con eso quería decir que un complemento predicativo que precede al verbo debe entenderse como si en verdad tuviera delante el artículo definido (“el” o “la” y sus plurales). En Juan 1:1, el segundo sustantivo (the·ós), el complemento predicativo, precede al verbo: “y [the·ós] era la Palabra”. Por eso, alegó Colwell, Juan 1:1 debe significar “y [el] Dios era la Palabra”.

Pero considere solo dos ejemplos que se hallan en Juan 8:44. En ese pasaje leemos en algunas versiones en español que Jesús dijo que el Diablo era “un homicida” y “un mentiroso”. Tal como en Juan 1:1, aquí en el texto griego los complementos predicativos (“homicida” y “mentiroso”) preceden a los verbos. No hay ningún artículo indefinido precediendo a ninguno de estos complementos predicativos porque en el griego koiné no hay artículo indefinido. Pero algunas traducciones al español insertan la palabra “un” por lo que ven que piden la gramática griega y el contexto. (Véanse también Marcos 11:32; Juan 4:19; 6:70; 9:17; 10:1; 12:6 en diversas versiones.)

Colwell tuvo que reconocer esto con relación al complemento predicativo, pues dijo: “Es indefinido [pudiera ser acompañado por “un” o “una” y sus plurales] en esta posición solo cuando el contexto lo exige”. Así que hasta él admite que cuando el contexto lo exige los traductores pueden insertar un artículo indefinido delante del complemento predicativo en este tipo de estructura oracional.

¿Exige el contexto un artículo indefinido en Juan 1:1? Sí, porque lo que toda la Biblia atestigua es que Jesús no es el Dios Todopoderoso. Por lo tanto, lo que debe guiar al traductor en casos de esta índole no es la controvertible regla de gramática de Colwell, sino el contexto. Y es patente, por las muchas traducciones en diversos idiomas que insertan el artículo indefinido “un” en Juan 1:1 y en otros lugares, que muchos eruditos no concuerdan con una regla tan artificial; y tampoco lo hace la Palabra de Dios.

No hay ningún conflicto

¿ESTÁ en conflicto con la enseñanza bíblica de que hay un solo Dios el decir que Jesucristo es “un dios”? No, porque a veces la Biblia emplea el término “dios” para referirse a criaturas poderosas. Salmo 8:5 dice: “También procediste a hacerlo [al hombre] un poco menor que los que tienen parecido a Dios [hebreo: ´elo·hím]”, es decir, los ángeles. En la defensa de Jesús contra la acusación de los judíos de que él afirmaba ser Dios, él señaló que “[la Ley] llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios”, es decir, a jueces humanos. (Juan 10:34, 35, BJ; Salmo 82:1-6.) Hasta a Satanás se le llama “el dios de este sistema de cosas” en 2 Corintios 4:4.

Jesús ocupa una posición mucho más elevada que la de los ángeles, los hombres imperfectos o Satanás. Puesto que se alude a estos como “dioses”, poderosos, de seguro Jesús puede ser y era “un dios”. Por su posición singular con relación a Jehová, Jesús es un “Dios Poderoso”. (Juan 1:1; Isaías 9:6.)

Pero ¿no indica la expresión “Dios Poderoso”, con letras mayúsculas, que Jesús de alguna manera es igual a Jehová Dios? De ningún modo. Isaías simplemente profetizó que ese sería uno de cuatro nombres que se darían a Jesús, y en español estos nombres suelen escribirse con mayúscula. Con todo, aunque a Jesús se le llamó “Poderoso”, solo puede haber uno que sea “Todopoderoso”. Carecería de importancia llamar “Todopoderoso” a Jehová Dios si no existieran otros a quienes también se llamara dioses, pero que ocuparan una posición subalterna o inferior.

El Bulletin of the John Rylands Library, de Inglaterra, indica que, según el teólogo católico Karl Rahner, aunque the·ós se usa en textos bíblicos como Juan 1:1 con referencia a Cristo, “en ninguno de esos casos se usa ‘theos’ de tal manera que identifique a Jesús con aquel que en otros lugares del Nuevo Testamento aparece como ‘ho Theos’, es decir, el Dios Supremo”. Y el Bulletin añade: “Si los escritores del Nuevo Testamento creían vital que los fieles confesaran a Jesús como ‘Dios’, ¿se puede explicar el que en el Nuevo Testamento haya una ausencia casi completa de precisamente esa forma de confesión?”.

Pero ¿qué se puede decir de que el apóstol Tomás dijera a Jesús: “¡Mi Señor y mi Dios!”, en Juan 20:28? Para Tomás, Jesús era como “un dios”, especialmente en las circunstancias milagrosas que impulsaron a Tomás a expresarse como lo hizo. Algunos eruditos sugieren que es posible que Tomás sencillamente saliera con una exclamación emocional de asombro, hablada a Jesús, pero dirigida a Dios. Fuera una cosa o la otra, Tomás no pensaba que Jesús fuera el Dios Todopoderoso, porque él y los demás apóstoles sabían que Jesús nunca había afirmado ser Dios, sino que enseñó que solo Jehová es “el único Dios verdadero”. (Juan 17:3.)

De nuevo, el contexto nos ayuda a entender esto. Pocos días antes, Jesús ya resucitado había dicho a María Magdalena que dijera a los discípulos: “Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”. (Juan 20:17.) Aunque Jesús ya había sido resucitado en la condición de espíritu poderoso, Jehová todavía era su Dios. Y Jesús siguió refiriéndose a Él como tal hasta en el último libro de la Biblia, después de su glorificación. (Revelación 1:5, 6; 3:2, 12.)

Solo tres versículos después de la exclamación de Tomás, en Juan 20:31, la Biblia aclara más este asunto al declarar: “Estas han sido escritas para que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios”, no que fuera el Dios Todopoderoso. Y en este texto se quiso decir “Hijo” en sentido literal, como cuando se habla de un padre natural y su hijo, no como si Jesús fuera alguna parte misteriosa de una Deidad trinitaria.

Tienen que concordar con la Biblia

SE ALEGA que varios otros textos bíblicos apoyan la Trinidad. Pero estos son similares a los que ya hemos considerado, porque, cuando se examinan cuidadosamente, no ofrecen verdadero apoyo a tal enseñanza. Esos textos solo ilustran que cuando uno considera algún supuesto apoyo para la Trinidad tiene que preguntarse: ¿Armoniza la interpretación que se presenta con lo que toda la Biblia enseña consecuentemente: que solo Jehová Dios es Supremo? Si no es así, entonces esa interpretación tiene que ser errónea.

También tenemos que tener presente que no hay siquiera un “texto de prueba” que diga que Dios, Jesús y el espíritu santo son uno en alguna misteriosa Deidad. Ningún texto bíblico de ninguna parte de la Biblia dice que los tres sean lo mismo en sustancia, poder y eternidad. La Biblia revela consecuentemente al Dios Todopoderoso, Jehová, como el único que es Supremo, a Jesús como su Hijo creado, y al espíritu santo como la fuerza activa de Dios.

Adore a Dios según Sus condiciones

EN ORACIÓN a Dios, Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.) ¿Qué clase de conocimiento? La “voluntad [de Dios] es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”. (1 Timoteo 2:4.) La versión en inglés The Amplified Bible vierte esta última frase así: “Sepan precisa y correctamente la Verdad [divina]”.

De modo que Dios quiere que lo conozcamos y tengamos conocimiento exacto de sus propósitos, en conformidad con la verdad divina. La Palabra de Dios, la Santa Biblia, es la fuente de esa verdad. (Juan 17:17; 2 Timoteo 3:16, 17.) Cuando la gente aprende con exactitud lo que la Biblia dice acerca de Dios, entonces evita asemejarse a las personas mencionadas en Romanos 10:2, 3, que tenían “celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto”. Evita también ser como los samaritanos, a quienes Jesús dijo: “Ustedes adoran lo que no conocen”. (Juan 4:22.)

Por lo tanto, si queremos la aprobación de Dios, tenemos que preguntarnos: ¿Qué dice Dios acerca de sí mismo? ¿Cómo quiere él que se le adore? ¿Cuáles son sus propósitos, y cómo debemos amoldarnos a ellos? Un conocimiento exacto de la verdad nos da las respuestas correctas a preguntas como esas. Entonces podemos adorar a Dios según Sus condiciones.

Algo que deshonra a Dios

“A LOS que me honran honraré”, dice Dios. (1 Samuel 2:30.) ¿Honra a Dios el decir que otra persona es su igual? ¿Lo honra el que se llame a María “la madre de Dios”, y la “Mediadora [...] entre el Creador y Sus criaturas”, como lo hace la New Catholic Encyclopedia? No, esas ideas insultan a Dios. Nadie es su igual; tampoco tuvo él madre carnal, puesto que Jesús no era Dios. Y no hay ninguna “Mediadora”, porque Dios ha nombrado “un solo mediador entre Dios y los hombres”, a Jesús. (1 Timoteo 2:5; 1 Juan 2:1, 2.)

No hay duda de que la doctrina de la Trinidad ha confundido y diluido el entendimiento de la gente sobre la verdadera posición de Dios. Impide que la gente conozca con exactitud al Soberano Universal, Jehová Dios, y que lo adore según Sus condiciones. Como lo expresó el teólogo Hans Küng: “¿Por qué quisiera nadie añadir algo a la noción de la unicidad y singularidad de Dios, cuando lo único que se lograría con eso sería diluir o anular esa unicidad y singularidad?”. Pero eso es lo que ha hecho el creer en la Trinidad.

Los que creen en la Trinidad no ‘tienen a Dios en conocimiento exacto’. (Romanos 1:28.) Ese versículo añade: “Dios los entregó a un estado mental desaprobado, para que hicieran las cosas que no son apropiadas”. Los versículos 29 a 31 dan una lista de algunas de esas cosas que “no son apropiadas”, como “asesinato, contienda, [...] falsos en los acuerdos, sin tener cariño natural, despiadados”. Esas mismas cosas han sido practicadas por las religiones que aceptan la Trinidad.

Por ejemplo, con frecuencia los trinitarios han perseguido y hasta matado a los que han rechazado la doctrina de la Trinidad. Y han ido más allá. Han matado a sus compañeros trinitarios en tiempos de guerra. ¿Qué pudiera ser menos ‘apropiado’ que el que católicos hayan matado a católicos, ortodoxos hayan matado a ortodoxos, protestantes hayan matado a protestantes... todo en el nombre del mismo Dios trinitario?

Sin embargo, Jesús dijo claramente: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí”. (Juan 13:35.) La Palabra de Dios explica esto más a fondo, al decir: “Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo el que no se ocupa en la justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano”. Compara a los que matan a sus propios hermanos espirituales con “Caín, que se originó del inicuo [Satanás] y degolló a su hermano”. (1 Juan 3:10-12.)

Así, la enseñanza de doctrinas confusas acerca de Dios ha llevado a acciones que violan Sus leyes. En efecto, lo que ha ocurrido por toda la cristiandad es lo que el teólogo danés Søren Kierkegaard describió así: “La cristiandad ha eliminado el cristianismo sin siquiera darse cuenta de ello”.

La condición espiritual de la cristiandad encaja con esta descripción que escribió el apóstol Pablo: “Declaran públicamente que conocen a Dios, pero por sus obras lo repudian, porque son detestables y desobedientes y no aprobados para obra buena de clase alguna”. (Tito 1:16.)

Pronto, cuando Dios ponga fin al inicuo sistema de cosas actual, la cristiandad trinitaria tendrá que rendir cuentas. Y será juzgada adversamente por sus acciones y doctrinas que deshonran a Dios. (Mateo 24:14, 34; 25:31-34, 41, 46; Revelación 17:1-6, 16; 18:1-8, 20, 24; 19:17-21.)

Rechace la Trinidad

NO SE puede transigir en cuanto a las verdades acerca de Dios. Por lo tanto, el adorar a Dios según Sus condiciones significa rechazar la doctrina de la Trinidad. Esta doctrina contradice lo que los profetas, Jesús, los apóstoles y los cristianos primitivos creyeron y enseñaron. Contradice lo que Dios enseña acerca de sí mismo en su propia Palabra inspirada. Por eso, él aconseja: “Acuérdense de [...] que yo soy el Divino y no hay otro Dios”. (Isaías 46:9.)

El hacer que Dios parezca ser confuso y misterioso no adelanta Sus intereses. Al contrario, mientras más confusa esté la gente con relación a Dios y sus propósitos, mejor es para el Adversario de Dios, Satanás el Diablo, el ‘dios de este mundo’. Él es quien promueve esas doctrinas falsas para ‘cegar la mente de los incrédulos’. (2 Corintios 4:4.) Y la doctrina de la Trinidad también conviene a los clérigos que desean mantener a la gente bajo su poder, porque ellos hacen que parezca que únicamente teólogos pueden entenderla. (Véase Juan 8:44.)

El conocimiento exacto de Dios trae gran alivio. Nos libra de enseñanzas que están en conflicto con la Palabra de Dios y de organizaciones que se han hecho apóstatas. Como dijo Jesús: “Conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:32.)

Al honrar a Dios como el supremo y adorarlo según Sus condiciones, podemos evitar el juicio que él pronto ejecutará contra la cristiandad apóstata. En vez de eso, podemos esperar el favor de Dios cuando este sistema termine: “El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:17.)

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