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Los siervos de Dios tienen que ser limpios

1. Jehová Dios es limpio y santo. Él espera que sus adoradores permanezcan limpios en sentido espiritual, moral, mental y físico. (1 Pedro 1:16.) Hay que esforzarse mucho para permanecer limpios a los ojos de Dios. Vivimos en un mundo sucio. Además, tenemos una lucha contra nuestras propias tendencias hacia el mal. Pero no debemos rendirnos.

2. Limpieza espiritual: Si deseamos servir a Jehová, no podemos aferrarnos a ninguna enseñanza o costumbre de la religión falsa. Tenemos que salirnos de la religión falsa y no apoyarla de ninguna manera. (2 Corintios 6:14-18; Revelación 18:4.) Una vez que hemos aprendido la verdad acerca de Dios, debemos cuidarnos de ser engañados por los que enseñan falsedades. (2 Juan 10, 11.)

3. Limpieza moral: Jehová quiere que sus adoradores se comporten como cristianos verdaderos en todo momento. (1 Pedro 2:12.) Él ve todo lo que hacemos, hasta lo que hacemos a escondidas. (Hebreos 4:13.) Tenemos que evitar la inmoralidad sexual y demás prácticas inmundas de este mundo. (1 Corintios 6:9-11.)

4. Limpieza mental: Si llenamos la mente de pensamientos puros y limpios, nuestra conducta también será limpia. (Filipenses 4:8.) Pero si pensamos continuamente en cosas inmundas, acabaremos cometiendo actos malos. (Mateo 15:18-20.) Tenemos que evitar las formas de esparcimiento que podrían ensuciarnos la mente. Si estudiamos la Palabra de Dios, llenaremos nuestra mente de pensamientos limpios.

5. Limpieza física: Como los cristianos representamos a Dios, tenemos que mantener limpios tanto el cuerpo como la ropa. Hemos de lavarnos las manos después de usar el inodoro, y también antes de comer o de manipular alimentos. Si la vivienda no cuenta con un sistema adecuado de eliminación de aguas residuales, hay que enterrar los excrementos. (Deuteronomio 23:12, 13.) La limpieza física contribuye a la buena salud. Los hogares cristianos tienen que estar limpios y ordenados tanto por dentro como por fuera. Deben destacarse en la comunidad como buenos ejemplos.

6. Habla limpia: Los siervos de Dios han de decir siempre la verdad. Los mentirosos no entrarán en el Reino de Dios. (Efesios 4:25; Revelación 21:8.) Los cristianos no son mal hablados. No escuchan ni cuentan historias ni chistes obscenos. Se distinguen en el trabajo, en la escuela y en el vecindario por su habla limpia. (Efesios 4:29, 31; 5:3.)

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